10 diciembre 2017

No fue desaparición forzada, pero el Estado sí es responsable


"El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras" - Aristóteles 

"El silencio no es protesta, es complicidad; es negarse al compromiso" -  Umberto Eco 


"Vos dijiste que fue desaparición forzada. Ahora tenés que pedir perdón", me dice mi panadero amigo, casi replicando el editorial de La Nación que estoy seguro de que no leyó. Y tiene razón. Soy un hombre de ciencia y la ciencia dijo que no hubo desaparición forzada.

"Se ahogó solito en el río", continúa mi panadero amigo -que votó a Cambiemos en las dos últimas elecciones- replicando las bajadas de línea del Grupo Clarín (el diario Clarín, el portal clarin.com, Canal 13, el canal de cable Todo Noticias y Radio Mitre), Canal América e Infobae. Y esta vez no tiene razón. 

a. No tiene razón porque Santiago no se ahogó solito. Santiago huía de una represión ilegal de Gendarmería. ¿Por qué ilegal? Porque el juez ordenó desalojar la ruta. Pero no dio la orden de ingresar a la Pu Lof Cushamen.

b. Santiago no se ahogó solito. Santiago huía de gendarmes armados que le tiraban "corchazos". Tal como aparece en las grabaciones que trascendieron y puede escuchar en La Nación o Perfil. ¿Qué haría usted si gendarmes, policías o quien sea lo corrieran a los balazos?

c. Santiago no se ahogó solito. Nadie que le tiene miedo al agua se mete a un río por voluntad propia. El Estado es responsable porque Gendarmería forma parte del Estado. Porque, como dijimos, reprimió ilegalmente. Y porque fue planificado por el Jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, con el apoyo político de la Ministra Patricia Bullrich. Y detrás de ambos, un presidente con la idea fija de reprimir la protesta social sin pensar sus consecuencias. 

d. Que quede claro: nadie dice que nadie mandó a matar a nadie. Sin embargo, cuando se va a reprimir a sangre fría, hay consecuencias no deseadas. Esto ya lo hemos escrito. Y peor aún si las fuerzas de seguridad te corren a los tiros. Y peor aún si todo esto ocurre sin la orden de un juez. Y lo sabemos desde las represiones de Fernando de la Rúa el 20 y 21 de diciembre de 2001 -en este artículo de la Revista Mu puede contar cuántos asesinatos hubo- hasta la de Eduardo Duhalde el 26 de junio de 2002 que derivó en los asesinatos de Darío Kosteki y Maxi Santillán.

e. El Estado es responsable porque las fuerzas represivas del Estado no pueden correrte a los tiros. Si bien muchos "intelectualoides" oficialistas repitieron que "el Estado tiene el monopolio legítimo de la fuerza" -sin explicar que la definición le pertenece a Max Weber-, esto no significa que el Estado puede hacer lo que quiera. Si el Estado hace lo que se le canta, se pierde el Estado de Derecho. Y si el Estado hace lo que quiere y se pierde el Estado de Derecho, nos alejamos de la democracia. Ojo. No decimos que este Gobierno sea una dictadura, pero sí decimos que este Gobierno viene no respetando varias garantías constitucionales. En efecto, creo que deberíamos volver a leer nuestras garantías constitucionales.

Artículo 18.- Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.


"¿Dónde está Santiago Maldonado?" - Liniers


Para quienes afortunadamente nacimos en democracia y no vivimos los años de sangre de la última dictadura militar y los 30.000 detenidos/desaparecidos resultó algo novedoso hablar de desaparición forzada. Resultó novedoso porque si bien conocíamos los casos de Jorge Julio López y Luciano Arruga, en ninguno parecía haber una complicidad directa del Poder Ejecutivo. Muchos estamos convencidos de que esta complicidad sí estuvo presente en el asesinato de Mariano Ferreyra, pero en este caso no fue desaparición forzada, sino un asesinato por una patota sindical con afinidad política con el Gobierno de Cristina Kirchner. 

En mi caso, no pensé que hubiera desaparición forzada en un comienzo y fui a la marcha del 11 de agosto pensando que la presión social nos llevaría a encontrar con vida a Santiago. Pero con el pasar de los días, hubo una serie de acontecimientos que fueron cambiando mi mirada:

  • Los medios adictos al Gobierno comenzaron a desinformar.
  • A través del Ministerio de Seguridad, el Gobierno desparramó hipótesis falsas.
  • La prensa oficialista deslegitimó a Santiago.
  • El Gobierno protegió a los gendarmes y a Benetton. Y los medios hicieron lo mismo.
  • Se magnificó a los cinco gatos locos que forman la RAM -si es que existe- para equipararlo a una guerrilla terrorista y así construir a los mapuches como un enemigo interno para poder reprimirlos. Y matarlos. Como ocurrió con Rafael Nahuel.
  • Con la cercanía de las elecciones, las redes sociales que maneja el Gobierno atacaron psicológicamente a la familia de Santiago. Lo cual mermó después del triunfo de Cambiemos.

Y los días iban pasando. Y estudiamos en qué casos se puede hablar de "desaparición forzada". Y se cumplían dos requisitos: Santiago había desaparecido en medio de una represión llevada cabo por agentes del Estado y, por otro lado, el mismo Estado no nos daba información sobre su paradero. El CELS lo explica bien en "Diez preguntas y respuestas sobre el caso Santiago Maldonado".


¿Por qué el CELS consideró que el hecho debía investigarse como una desaparición forzada?


Santiago Maldonado fue visto por última vez en el contexto de un operativo represivo e ilegal de la Gendarmería Nacional. Esta situación hacía necesario investigar qué participación tenía la Gendarmería en la desaparición de Maldonado a fin de encontrarlo y de establecer responsabilidades. Investigar un episodio como una posible desaparición forzada no supone asegurar a priori que el hecho implicó la comisión de ese delito sino que en tanto hay indicios de responsabilidad estatal esa hipótesis debe ser confirmada o descartada. Ni el tipo penal “desaparición forzada” ni la figura del derecho internacional exigen que el hecho sea parte de un plan sistemático, tal como afirmó el Poder Ejecutivo. Por lo tanto, hablar de desaparición forzada no significa asimilar estos hechos con una política de desaparición de personas y menos aún con la última dictadura. A medida que las semanas pasaban y Maldonado no era encontrado, los testimonios, el ocultamiento de información realizado por el Ministerio de Seguridad y las imágenes del operativo fueron indicios de que había una relación entre la ausencia de Maldonado y el operativo violento en la Pu Lof el 1 de agosto. Esas responsabilidades estatales aún están siendo investigadas


Si tiene cabeza de perro. Si tiene cola de perro. Si tiene hocico de perro. Y si tiene patas de perro... Debe ser un perro. En este caso no ocurrió eso: desde el 1° de agosto hasta el 20 de octubre estuvieron dadas todas las condiciones para hablar de que fue una desaparición forzada. Pero la autopsia aseguró que no lo fue.

"¿Dónde está Santiago Maldonado?" - Tute

¿Hicimos mal en hablar de desaparición forzada? Y me agarra la duda. Creo que hicimos mal porque tras la autopsia la ciencia indica que no lo fue. Por otro lado, la desaparición forzada invierte la carga de la prueba: el Estado estaba obligado a decirnos dónde estaba Santiago Maldonado. Y yo quiero enfatizar esto: reflexionar sobre cómo interpelar al Estado frente a una desaparición me parece sumamente importante para el movimiento de Derechos Humanos porque en algún momento alguien va a volver a desaparecer bajo la sospecha del Estado. Tal vez incluso en el marco de una represión. Y tenemos que pensar cómo responder frente a esto. 

Hablando de economía y desarrollo, Daniel Schteingart concluye: "Perder una discusión también es ganarla". Nosotros no interpelamos al Estado invocando la desaparición forzada para pegarle al Gobierno de Mauricio Macri como hizo creer a millones de argentinos el periodismo militante. Menos aún para ganar una discusión. Interpelamos al Estado porque queríamos que  Santiago apareciera con vida. Porque nos hervía la sangre las falsas hipótesis de los medios militantes y el odio desparramado por las redes sociales. Porque queríamos saber qué era de la vida de un ser humano. Y, en su defecto, dónde estaba su cuerpo para que esa vida y su familia tuvieran paz. 

Quienes pensaron cómo interpelar al Estado fueron los compañeros del Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), Acciones Coordinadas Contra la Trata (ACCT), Comisión Investigadora de la Violencia en los Territorios (CVT) y Universidad Libre de Berlín en el "Conversatorio internacional: Re/pensar lo forense ante las violencias del presente". Y los colegas de Cosecha Roja, tal vez quienes mejor cubrieron la desaparición de Santiago, lo resumieron en seis definiciones.

A la luz de lo sucedido, creo que interpelar al Estado bajo la desaparición forzada fue efectivo para poder encontrar el cuerpo de Santiago. Si nos hubiéramos quedado callados, difícilmente podríamos haberlo encontrado. Sin embargo, a la luz de la autopsia esto no fue así y, por eso, creo que también debimos quedarnos con la primera consigna que movilizó a las redes sociales: "¿Dónde está Santiago Maldonado?". Tal vez ésta deba ser la idea núcleo para interpelar al Estado en el futuro frente a una nueva desaparición. La misma idea que difundieron los dibujantes de La Nación o Nico Ilustraciones que acompañan este artículo. Los académicos debemos observar más al arte.

Por último, creo que es sano y es noble reconocer las equivocaciones. Aprender de lo que uno considera son errores. Digo "uno considera" porque aún hay amigos que siguen convencidos de la desaparición forzada y cuentan con sólidos argumentos para defender esta postura. Creo que es sano y noble porque nos diferencia de lo que hemos criticado: de Jorge Lanata, desinformando sobre qué es una desaparición forzada y construyendo odio contra los mapuches; de Patricia Bullrich dando rienda suelta a la falsa hipótesis del puestero o defendiendo a los Prefectos que asesinaron a Jorge Nahuel; del Grupo Clarín diciendo que Santiago estaba en Chile o Entre Ríos o tantas cosas; de Claudio Andrade que ofende al periodismo desparramando mentiras sobre Santiago y los mapuches una y otra vez; o de Gabriela Michetti, diciendo que Rafael Nahuel fue asesinado en un enfrentamiento sin una evidencia que sustente su posición.

En fin, soy un hombre de ciencia con contradicciones. Creo en la autopsia de Santiago, pero no creí en la de Nisman. Confío en la autopsia de Santiago y también confío en los testimonios de los mapuches. Por mis experiencias en las visitas a muchos pueblos indígenas sigue sin cerrarme que hayan mentido. No entiendo que no encuentren la mochila y el celular de Santiago. No me cierra la llamada del 2 de agosto detectada por Movistar. No me cierran muchas cosas. Contradicciones al margen, quería compartir algunas reflexiones:

a. A la luz de la autopsia, creo que no fue desaparición forzada.

b. Interpelar al Estado a través de la desaparición forzada fue efectivo para movilizar a la opinión pública y que el Gobierno encontrara a Santiago.

c. Sin embargo, debimos continuar interpelando al Estado -y debemos hacerlo en el futuro- con la consigna "¿Dónde está?".

d. Y también sigo creyendo que el Estado es responsable y es necesario que haya sanciones para Patricia Bullrich, Pablo Noceti y los gendarmes que corrieron a Santiago a "corchazos" hasta el río. Durante este Gobierno, mejor. De lo contrario, en el próximo.

*  *  *  *  *

Uno es esclavo de sus palabras y, cuando se equivoca, es bueno aceptarlo. Pero uno también es dueño de sus silencios. Y esclavo de sus silencios. Y esclavo de sus indiferencias. Y esclavo de sus odios.

Y entre las palabras y el silencio, preferimos el compromiso con Santiago, con la vida y con su solidaridad.

"¿Dónde está?" - Nico Ilustraciones

20 octubre 2017

Querido Santiago

Querido Santiago:

El mundo es una mierda, ¿sabés? Por eso acá no hay lugar para personas como vos.

Vivimos en un mundo repleto de ignorantes que tienen la boca grande y la mente chiquita como para decir cualquier cosa. Por eso dijeron todo lo horrible que dijeron sobre alguien que no conocían. No te sientas mal.

Te soy sincero. Cuando me enteré de tu noticia, pensé que ibas a aparecer. Fui a esa primera marcha con la tranquilidad de que la presión social haría que aparecieras.

Sin embargo, después comenzaron a pasar los días. El aparato mediático y las redes sociales adictas al poder comenzaron a girar y confundir a la gente: que está en Entre Ríos, que era terrorista, que los mapuches, que se fue a Chile… 

Fue ahí cuando, como muchos, me di cuenta de que lo malo ya había sucedido.

Justamente por eso no creo que haberte encontrado sin vida sea una mala noticia. Te soy sincero, yo me alegro de que tu familia ahora tenga un cuerpo al cual llorar. Sé que suena horrible, pero realmente lo siento así: lo cruel de las desapariciones forzadas es que los familiares se mueren sin tener una tumba dónde llorar.

El mundo es una mierda, Santiago. El egoísmo y la codicia brotan por los poros. No te lo voy a contar a vos... lo sabés. Por eso estabas ahí, poniendo el cuerpo por otros. Solidarizándote con otros.

Y eso es lo que no pueden entender, Santiago: ¿qué hacía “ese chico” ahí si no era indígena? No entienden. No entienden que alguien pueda dedicar un poquito de su tiempo y de su vida a los otros. No lo entienden porque ellos no lo harían. Porque ellos no lo hacen. Y como no entienden, repitieron todas esas mentiras. Lo que no se dieron cuenta es que todo eso hablaba de ellos y no de vos.

Querido Santiago. Ya está. La pesadilla ya pasó. No vale la pena, creo, pero sabé que hace 75 días que a muchos nos persiguió la angustia y que intentamos… Intentamos que tu nombre siga retumbando para que se haga justicia y tu familia encuentre tranquilidad.

Nunca te vamos a olvidar. Te recordaremos con la misma admiración que recordamos a tantos otros que dieron su vida por los que sufren.

Y sabé que, algún día, construiremos ese mundo que soñabas.

Gracias.

Descansá en paz.


19 septiembre 2017

Me llamo Santiago

Compañeros de historia,
tomando en cuanta lo implacable
que debe ser la verdad
quisiera preguntar...
me urge tanto.
¿Qué debiera decir?
¿Qué fronteras debo respetar
si alguien roba comida 
y después da la vida qué hacer?
¿Hasta dónde debemos 
practicar las verdades?
¿Hasta donde sabemos?
Que escriban, pues la historia, su historia 
los hombres del Playa Girón.
Silvio Rodríguez - Playa Girón


1996. Me llamo Santiago. Estoy en Lanús. Soy estudiante de quinto grado y mi mamá insiste en hacerme el corte taza. Cada tanto algún compañero me dice que tengo cabeza de hongo o que me parezco a Cristóbal Cólon. Se viene el Día de la Raza y mi curso es el responsable del acto. Soy elegido por votación unánime para interpretar a Colón (era cantado) y hago mi papel con mucha responsabilidad: bajo de las carabelas, piso tierra firme, me hago la señal de la cruz y voy a abrazar a mis compañeros que actúan de indios.

2007. Me llamo Santiago. Estoy en Buenos Aires. Mi amigo Nico es muy cosmopolita y me invita a cenar con su amiga japonesa Aika. La sopa asiática es horrible y cometemos el error de abusar del vodka. La salida es un desastre: Nico no llega a entrar al boliche y yo me vuelvo durmiendo en el 37. Me despierto dos paradas antes para vomitar. Adentro del colectivo, claro. La salida es muy buena: la amiga suiza de Aika me pasa su teléfono. Tiene un nombre poco atractivo: Nikolina. Y una gran hada en la espalda. Estudia antropología: qué al pedo estudiar antropología. Y hace trabajo de campo todos los días en una villa en Quilmes. ¿Para qué puede servir eso? En uno de nuestros últimos encuentros me dice que tiene que contarme algo malo. Me preocupo. Cree que tiene piojos y está casi segura de que me los contagió. Respiro. Con todos los bichos que me había imaginado, la opción de los piojos es la menos mala. Hacía años que no usaba Nopucid.

2009. Me llamo Santiago. Estoy en Potosí (Bolivia). Una compañera de la universidad me rompió el corazón y me vine de mochilero al norte. Es mi primer viaje solo. Cruzo la frontera hacia esa nada misma que es Bolivia y no paro de cruzar rostros y costumbres muy diferentes a las mías. Quiero conocer el Cerro Rico de Potosí, cuna de la mita y de la opresión de los colonizadores a los indígenas. Se podría construir un puente desde América hasta Europa tanto con toda la plata extraída de la mina como con los cuerpos de los indígenas muertos en condiciones de explotación. Veo rostros de 40 años en cuerpos de 20. El trabajo en la mina los hace mierda. La vida los hace mierda. La conquista los hizo mierda.

2010. Me llamo Santiago. Estoy en Tiawanaku (Bolivia). Mi amigo y compañero de viaje se enfermó a último momento y vuelvo a viajar solo. Recorrí Bolivia y Perú. Tras visitar Machu Picchu, me llega la noticia de la toma de posesión de Evo Morales, huyo de Arequipa esquivando un paro de transporte, busco hospedaje en La Paz entre las 12 y la 1 de la madrugada, y me rompen el orto para dormir en el suelo. Llego a Tiawanaku. La noche en el Altiplano es fría, bebo té con té alrededor de una fogata y amanezco rodeado de las 36 etnias indígenas del Estado Plurinacional de Bolivia. Me inundan los colores, las músicas, los instrumentos y las vestimentas. Sale Evo por el templo de Kalasasaya, suenan los pututus. Lo veo de lejos. Lo escucho. Estoy muy cansado. Me voy para atrás y dormito en medio del malón con el discurso de fondo.

2011. Me llamo Santiago. Estoy en FLACSO (Buenos Aires). Sigo con el golpe de Bolivia y deseo leer en profundidad a Antonio Gramsci: el tema de mi tesis será la construcción de hegemonía de los pueblos indígenas en Bolivia. El Profesor Miguel Ángel Forte me sugiere leer a Mariátegui: “El problema del indio es el problema de la tierra”. Renuncio a mi trabajo en la oficina para ir a hacer trabajo de campo a Bolivia. Mi tutor y ahora amigo Hervé me da clases de Bolivia vía Skype desde Francia. La tesis demorará tres años.

2012. Me llamo Santiago. Estoy en El Alto (Bolivia). La ciudad aymara me recibe con sus 3900 metros sobre el nivel del mar y vomito dos veces el primer día. Los dolores de cabeza por la altura no paran: durante la primera semana me despierto puntualmente a las 4 de la mañana con una vena que late en mi cabeza. Como si fuera un despertador. Soy pobre por primera vez en mi vida. No tengo agua caliente y me ducho tres veces durante todo enero porque en la altura hace mucho frío. Vivo con diarrea y como mal: termino mi viaje con 65 kilos. Termino con mi novia a la distancia. Me iba a traer plata desde Argentina, ergo, no tengo plata: saco por primera vez en mi vida un préstamo personal... en Bolivia. Cualquiera. Me fumo esa plata en una semana y saco un segundo préstamo. Cualquiera. Soy pastor de llamas y ayudo a una llama mamá a parir. Cago en el baño más grande del mundo: el monte. Me doy cuenta de que por primera vez veo mi materia fecal en su estado natural: es decir, sin estar sumergida debajo del agua. El resultado de mi trabajo de campo es muy bueno: hago 44 entrevistas durante un mes y medio. El resultado es bueno: no me mataron los cogoteros, unos delincuentes alteños que te ahorcan por la espalda para robarte. Nunca fui flogger, pero con tanta vida vivida en tres meses, me saco una foto en culo en la imponente cascada de El Vergel (si alguna vez me estigmatizan, me gustaría que usaran esa foto). Cuando vuelvo a Buenos Aires mi papá casi se pone a llorar en el aeropuerto de lo flaco que estoy.

2013. Me llamo Santiago. Estoy en Formosa (Argentina). Vine al encuentro nacional de pueblos indígenas para comprender mejor su situación en Argentina y conversar con Félix Díaz. Lo conozco al amigo Ponciano, quien me sugiere no hablar mucho sobre mi visita porque el gobierno etnocida de Gildo Insfrán es hostil. Marchamos con Félix, el pueblo qom y los otros pueblos por la ruta hasta la casa de Gobierno. Nos esperan policías con armas largas que cuando nos ven se apartan. ¿Y si a alguno se le escapaba un tiro?

2014. Me llamo Santiago. Estoy en Chiapas (México). Tras viajar tres semanas por tierras mayas y aztecas, me vine a la Escuelita de los Zapatistas. Por primera vez en mi vida me veo rodeado de gente con pasamontañas: “Para que nos vieran, nos tapamos el rostro”. Y es verdad: fueron ignorados por el Estado hasta que decidieron dejar de ser explotados por los terratenientes. Al entrar al Caracol de Morelia nos cruzamos con un paramilitar con una ametralladora. ¿Y si se arma quilombo en medio de la selva? Trabajo la tierra con el azadón, recolecto café y conozco muchos mundos posibles. Lo llamo a mi viejo después de 10 días sin contacto y me pasa con mi abuela porque no puede aguantar el llanto. ¿Eso es lo que sienten los padres cuando no saben dónde están sus hijos? De vuelta en Buenos Aires, junto a profesores y estudiantes organizamos las primeras jornadas indígenas de la universidad.

2015. Me llamo Santiago. Estoy en la comunidad mbya guaraní de Tamandúa (Argentina). Tras presentar una ponencia en un Congreso en Brasil, cruzo a la Argentina. Marcela y su familia me aceptan como uno más en su casa. Sus hijas son preciosas y paso 10 días con ellas intercambiando experiencias y jugando en el río. Vuelvo a trabajar la tierra. Me enseñan más sobre la agroecología y las artesanías. Me cuenta cómo luchan por mantener su lengua y no perder su cultura. Duermo en un cuartito y por las noches siento cómo las cucarachas caminan por mi cuerpo. Prefería los piojos. Al tercer día me acostumbro a las cucarachas, pero nunca me acostumbraré al gallo que está al lado de mi piecita y canta al primer rayo de luz. Al llegar a Buenos Aires, voy con mi mochila y el Raid directo a la terraza. Resultado: 14 cucarachas muertas.

2015. Me llamo Santiago. Estoy en la Av. 9 de Julio (Argentina). Los qom, los pilagá, los wichí y los nivacle levantan el acampe Qopiwini después de 9 meses de lucha. Voy a saludar a Félix que cuando me ve, sonríe y nos estrechamos en un inolvidable abrazo. Siento que es necesario pensar un periodismo especializado en la cobertura de las luchas y problemáticas de los pueblos indígenas.

2016. Me llamo Santiago. Estoy en el medio de la Amazonía (Brasil). Tras darle clases a casi 400 estudiantes brasileños durante tres años viajo a Manaos para conocer los pueblos indígenas de la selva. Me recibe la ex alumna y amiga Diana. Visito a la etnia mura y desde entonces la artesanía de un "galo do cerro" naranja cuelga de mi cuello. En otro viaje me dirán que en inglés se llama cock of the rock y es una de las aves más apreciadas del Amazonas. Los indios no paran de llamarme "antropólogo" a pesar de que niego serlo infinitas veces. Me hacen presentar en público. Me pongo nervioso, pero mi portuñol la rompe. Más tarde un indígena me dirá: "Mucho no te entendemos cuando hablás. Algunas cosas las adivinamos". Como pirañas y fariña (harina de mandioca) durante tres días. Muero de hambre, pero soy el primero al que le sirven la cena. ¿Que pasaría si en uno de los paseos me caigo al río Amazonas infestado de pirañas? 

2016. Me llamo Santiago. Estoy en Barreirinha (Brasil). Me interno aún más adentro en la selva. Gracias a Cleucinete y Rui viajo durante una hora en lancha para visitar tres días al pueblo sateré mawé. Apenas me conocen, pero me ayudan. No sé dónde estoy. Ya de vuelta en la ciudad, ni siquiera pude localizar el lugar con ayuda del Maps. Como tortuga, pescado y fariña. Veo las plantas de guaraná. Juego al fútbol con niños. Duermo colgado de una red. Los indígenas me cuentan que navegando en lancha más adentro de la selva hay otros pueblos que no hablan portugués y comen sapos. Hasta a ellos les da miedo. Pienso que el Amazonas es enorme. La Tierra es enorme. La tierra es vida. La vida es enorme. Mirá si no vamos a defender lo enorme. Mirá si no vamos a defender la vida. Mirá si no vamos a defender la tierra.

2016. Me llamo Santiago. Estoy en Buenos Aires. Junto a más de 20 compañeros  y colegas comprometidos con los pueblos indígenas -muchos de ellos admirados- escribimos un libro sobre periodismo y pueblos indígenas. Trabajamos muchos fines de semana. Un año después ese libro está en imprenta y creo que hoy es más imprescindible que nunca.

2017. Me llamo Santiago. Estoy en Quito (Ecuador). Quiero conocer a los valientes shuar y su lucha contra la explotación del petróleo en el medio de la selva. Mi amiga Alejandra me convence de que no vaya. Es peligroso y me puede agredir la policía. Por primera vez en mi vida me dejo llevar por el miedo y me voy a la playa. Una noche caminando por Montañita con mi amigo francés, nos quieren robar y nos pegan un palazo a cada uno. Pero sobrevivimos.

2017. Me llamo Damián. Estoy en El Bolsón (Argentina). Me cuentan que los mapuches están defendiendo su territorio frente al avance de Benetton y voy a solidarizarme con su causa. Soy artesano, veo la vida con otros ojos que la gente de la ciudad y sé que la tierra es vital para los pueblos. Cortamos la ruta, hace mucho frío y comemos torta fritas, mientras les enseño mis artesanías. Me explican su cosmovisión. A la distancia está gendarmería. Es de noche. Qué lindas se ven las estrellas desde el medio de la nada. Pasan las horas y amanece. Se escuchan tiros. Gendarmería avanza. “Corré”, me grita un hermano mapuche.

2016-2017. Me llamo Santiago. Estoy en Buenos Aires (Argentina). Fátima es boliviana y una de las peores alumnas de mi vida, pero en su firma de mail aparece una de las ONG más importantes de Bolivia. Dedica su vida a defender los derechos de los pueblos indígenas de tierras bajas y pasa más tiempo en la selva que en su casa. Me pide una entrevista meses después de haber finalizado la cursada. “Que pinta profe”, me recibe en una pizzería. “¿Esta me está chamuyando?”, pienso. Hablamos y tenemos muchas cumpas bolivianos en común. Tiene una enorme sonrisa, mucho carisma y le sobra pasión para acompañar las luchas de los indígenas. Me pide una segunda entrevista. No puedo, es diciembre de 2016 y estoy terminando un libro. Dos meses más tarde, nos reencontramos en La Paz y hablamos hasta la madrugada. Me voy a dormir. Nos reencontramos en Santa Cruz de la Sierra, le cocino, cenamos, bailamos juntos de madrugada y se va a dormir. Meses más tarde viene a Buenos Aires, pero estoy ocupado. Y ella también. Nos desocupamos. En un mes se vuelve a Bolivia, no vale la pena. No vale la pena. Sí vale la pena: pasamos su última semana en Buenos Aires juntos. Doy mis clases cansado y con sueño, pero con una sonrisa. Entre luna y luna hablamos de los pueblos indígenas, de los modelos de desarrollo, de la destrucción del TIPNIS, de la pacha, soñamos con un mundo más justo, discutimos, nos enojamos, marchamos por Santiago, repartimos volantes informando sobre el TIPNIS, sufrimos la victoria neoliberal hasta la madrugada. Vivimos. Antes de irse me deja una carta que iniciará mi último trabajo del doctorado. Me pide que entre tantas luchas, profundice la de los pueblos originarios y que ayude a entender. 


Pasaron 50 días y Santiago Maldonado no aparece. Veo cómo el Gobierno y los medios lo han estigmatizado y me duele. ¿Cómo se pueden decir tantas cosas feas de un desaparecido? ¿No piensan en su familia? Las balas me pican cerca. La mejor amiga de mi mamá, la única que tuvo la valentía para decirme que me despidiera antes de morir, critica a Santiago. Siento que me critica a mí. La prima de mi viejo hace lo mismo. Una vecina y un amigo del barrio de la infancia replican un mensaje de odio que circula en las redes. Una colega dice que quienes pedimos por la aparición de Santiago buscamos un muerto. ¿Realmente alguien puede pensar que marchamos para que nos hagan cagar de un tiro? 

Hablo de Santiago con todos mis cursos: ¿quién dijo que a los estudiantes no les interesa conversar sobre estos temas? Analizamos las coberturas periodísticas y conocemos juntos las definiciones de "desaparición forzada" según la ONU, Amnistía Internacional y el código penal. Dialogamos y hacemos circular la palabra. Un alumno está convencido de que al Brujo lo tiene su familia escondido en su casa. Me parece una barbaridad, pero como sé lo difícil que es no coincidir con un profesor, lo motivo a seguir defendiendo sus ideas. Algunos se niegan a recordar a Santiago cuando se cumple un mes de la desaparición y no lo hacemos, pero debatimos. Otro me dice que los mapuches son chilenos y me muestra un sitio de internet. Otra me pregunta qué hacía Santiago en la ruta. Otra me dice que está cansada de que pregunten por Santiago. Una profesora amiga me pregunta qué pienso. Le explico mis experiencias de los últimos años. “Pero vos no sos como Santiago”, me responde. La entiendo: para los ojos somos envases diferentes.

¿Me voy a enojar con todos ellos? Para nada. Pero sí me permito enojarme con el Gobierno y los medios que ante la desaparición forzada confundieron a la gente. Me llena de enojo y de tristeza. Pero intento no responder con el mismo veneno, aunque tengo el "¡Basta, hijos de puta!" en la punta de la lengua. Intento explicar cómo nos desinforman. Ojalá me equivoqué. Pero estoy convencido de que el poder político salió a defender al poder económico a través de la Gendarmería y ahora necesitan del poder mediático y el poder judicial para taparlo todo. Y si no se puede tapar, hay que confundir.

Hace 50 días que desapareció Santiago. No sé quién era, no sé cómo era, pero sí sé por qué estaba en la ruta: porque era solidario y se conmovía con el dolor de los demás. Estaba chupando frío en la ruta porque era un idealista que aprendió que para los pueblos indígenas la tierra es vital. Porque comprendió que los pueblos originarios son oprimidos desde la conquista de América. Porque así como en sus tiempos libres unos timbean en la bolsa, otros van al gimnasio, otros se encierran en un bingo, otros ven fútbol y otros juegan al candy crash, él pensaba en construir mundos mejores. Ni mejor ni peor que los otros.  Sólo diferentes modos de vivir la vida. Sólo seguía una pasión. Y a diferencia de muchos de nosotros, él ponía el cuerpo. Y siempre que se pone el cuerpo hay un riesgo.

Hace 50 días que desapareció Santiago. No sé quién era. Ni cómo era. Pero sé que somos compañeros de ruta. Que su lucha y sus luchas son las mismas luchas que las de muchos de nosotros. No sé si habrán cortado la flor de Santiago. No sé si algún día lo sabremos. Pero estamos a pocos días de la primavera. Y con su solidaridad está sembrando miles de flores que seguirán su lucha.

Lo que muchos sentimos con Mariano, muchos lo sentirán con vos.

Estés donde estés, gracias Santiago.



10 septiembre 2017

Los tres errores no forzados del Gobierno

Antes de comenzar, intentemos saltar la grieta. ¿Quien escribe cree que este Gobierno es una dictadura? No. ¿Quien escribe cree que la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ordenó desaparecer a Santiago Maldonado? No. En efecto, creo que esto último lo plantean los medios oficialistas sobre quienes reclamamos aparición con vida o algunos pocos fanáticos. Lo que sí creemos muchos es que Gendarmería está involucrada en la desaparición de Santiago y que la reacción del Gobierno fue incorrecta, contribuyendo a las acusaciones de "desaparición forzada".

Tras la marcha del 1° de septiembre por la aparición con vida de Santiago Maldonado y la caída de la hipótesis propuesta por la Ministra de Seguridad -y replicada hasta el hartazgo por los medios oficialistas- sobre el ataque al puestero de Benetton, comenzó a reclamarse con más intensidad que Patricia Bullrich renunciara. De hecho, Sergio Maldonado, el hermano de Santiago, pidió en plena plaza de Mayo: “Le pido a la señora Ministra de Seguridad que dé un paso al costado”¿Este pedido es un intento de hacerle daño al Gobierno o es una reclamo válido de la familia? Veamos cuáles son los tres errores que se cometieron.















Pablo Noceti, la mano derecha que estuvo durante la represión

Pablo Noceti no es un funcionario menor: es el Jefe de Gabinete de Asesores de Patricia Bullrich. Aquí puede ver el organigrama del Ministerio de Seguridad. No sólo fue señalado por la comunidad mapuche -"A Noceti lo vimos entre las 2 y las 2:15 de la tarde, a las 13 lo habrían detenido a Santiago"-, sino que además hay registro fotográfico que demuestra que estaba presente en el lugar del hecho al momento de la represión. Por último, Noceti fue señalado por el ministro de Gobierno de la Provincia de Chubut, Pablo Durán, como quien diseñó el operativo de represión.

A esto, algunos periodistas agregan que Pablo Noceti defendió a militares juzgados por delitos de lesa humanidad por lo que no sería una persona muy sensible a los Derechos Humanos. Por último, notará que no hay ningún link a los sitios de Clarín, La Nación e Infobae. De hecho, no encontrará ningún titular de estos medios que mencionen a Noceti hasta el 7 de septiembre en La NaciónPara quienes creemos que estos tres medios conforman la columna vertebral del discurso oficial del Gobierno, este es un dato no menor dado que creemos que existe una protección mediática al funcionario.

Pablo Noceti, Jefe de Asesores del Ministerio de Seguridad. La Vaca publica una foto del día que desapareció Santiago Maldonado.
























Patricia Bullrich, la Ministra que eligió defender a la Gendarmería

En política, las segundas y terceras líneas de funcionarios son utilizados como fusibles. ¿Qué significa esto? Antes de que se lleven la cabeza de un presidente, un gobernador o un ministro se "entrega" a otros funcionarios de menor rango para calmar las aguas y como un gesto de buena voluntad. En ajedrez, sería algo similar a dejar que nos coman un peón antes de perder la reina o tener en jaque al rey. Esto fue lo que sugirió León Arslanian: "Removería al jefe del operativo y lo pondría en disponibilidad".

Patricia Bullrich no sólo mantuvo en el cargo a Pablo Noceti, sino que además decidió poner en duda la desaparición forzada de Santiago Maldonado y defendió taxativamente a Gendarmería. Primero a nivel institucional en el Senado de la Nación: “Si lo primero que hacemos es tirarle la responsabilidad al gendarme, acusarlo previamente, y echarle solo por el hecho de una presión mediática, sería una mala ministra de Seguridad. (…) ¡Me la banco yo! ¿Saben por qué? Porque eso siempre es lo que ha pasado en el país". Aquí está el video. Su segunda defensa fue a nivel mediático en el programa de Mirtha Legrand: el problema fue que chocó con la hostilidad de la conductora y la pregunta de si iba a renunciar. Cuando un gobierno depende tanto de los medios se vuelve un Gobierno débil y basta sólo el cuestionamiento de un periodista cercano para desbaratar la estrategia.

A esto podemos sumar también que Bullrich puso en duda que Santiago Maldonado estuviera en el momento de la represión, dudó del testimonio de los mapuches, cuestionó a los familiares, informó que en Argentina había miles de desaparecidos y echó a rodar la falsa hipótesis de que Santiago pudo haber sido atacado por un puestero de Benetton. El editor de Clarín Ricardo Roa tituló su columna del 26 de agosto: "El 'yo me la banco' ya es imbancable". La opinión no mencionaba a Patricia Bullrich, sino que iba dirigida al ministro Sergio Bergman y Dady Brieva. Mucha casualidad para un periodista con tanto recorrido.

Pablo Noceti junto a la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Foto: La Tinta.

Mauricio Macri, el silencio y el apoyo a la Ministra

Ante las primeras denuncias de desaparición forzada y en el clamor de las PASO, el Presidente decidió recluirse en el silencio. Olvidó que este fue un silencio similar al del Gobierno de Cristina Kirchner frente a la tragedia de Once. Así titulaba Clarín el 27 de febrero de 2012: "Tras cinco días de silencio, Cristina pidió a la Justicia que no demore la pericia de Once". En este caso fue más de un mes y a pesar de que cambien los Gobiernos, la lectura es siempre la misma: en política, el silencio es complicidad. Agregamos también que, tras la marcha del 1° de septiembre, el Gobierno renovó su apoyo a Bullrich.

El problema fue cuando a los pocos días llegaron los focus group y las encuestas de Jaime Durán Barba que indicaban un cambio de humor y un reclamo de la sociedad al Gobierno frente a las denuncias de desaparición forzada. En consecuencia, el Presidente manifestó su preocupación y aparecieron fisuras en los medios oficialistas: mientras Clarín siguió desparramando versiones, La Nación publicó en su tapa del 9 de septiembre "Caso Maldonado, la investigación apunta ahora a Gendarmería". La Nación llegó 40 días después a la primera hipótesis, pero llegó, fue más noble que Clarín e Infobae.

Tras un mes de silencio, el Presidente anunció obras y manifestó su preocupación por la desaparición de Santiago. Foto: Clarín.

¿Por qué los errores no forzados perjudican al Gobierno ante la denuncia de desaparición forzada?

Hoy el principal problema del Gobierno es la actitud de la Ministra Patricia Bullrich: mantuvo en el cargo a Pablo Noceti y ejerció una defensa cerrada sobre Gendarmería. De este modo, cumple con los elementos de la desaparición forzada: es una funcionaria pública que no da información sobre el paradero de una persona tras una represión y, además, niega la responsabilidad de agentes del Estado, como lo son los miembros de la Gendarmería.

El segundo problema es que, cada día que pasa sin noticias de Santiago Maldonado, más se sospecha de la desaparición forzada por parte de Gendarmería. Y esto no sólo es un peso sobre la misma Patricia Bullrich, sino también sobre su responsable político, Mauricio Macri, que decidió respaldar el accionar de la Ministra.

El último problema es que hoy Patricia Bullrich es una parte interesada sobre la investigación de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Es decir, la Ministra se vería gravemente perjudicada si por lo menos un miembro de la Gendarmería hubiera estado involucrado en la desaparición de Santiago porque justamente ella apoyó a esa fuerza desde el primer momento. Y si se confirma que Gendarmería es la responsable material (en condicional), Bullrich sería la responsable política. Peor aún: sería un eslabón clave del encubrimiento. Hoy la única resolución que no perjudicaría a la Ministra es el reclamo que hacemos en la calle: aparición con vida de Santiago Maldonado.

En esta línea, apelamos a su sensibilidad. Póngase un segundo en la piel de la familia. Imagínese si hubiera desaparecido su hijo o su hermano o su amigo...

¿A usted le daría confianza que la mano derecha de la ministra sea señalado como quien condujo la represión donde desapareció la persona que usted quiere?

¿Confiaría la responsabilidad de la búsqueda de su familiar o amigo a una Ministra que defendió a la fuerza señalada como la principal responsable de la desaparición y que además lo cuestionó a usted? 

Estas preguntas son las que están en juego a medida que pasan los días, que la sociedad aumenta la presión en la calle y en las redes sociales, y que los organismos internacionales de Derechos Humanos le piden al Gobierno una respuesta.

Mientras tanto, la pregunta sigue resonando: ¿dónde está Santiago Maldonado?


Sugerencias de lectura

02 septiembre 2017

La desaparición (no) forzada de Lanata

Este es sólo un fragmento de una nota más larga, pero que creo relevante para entender la desinformación sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Y el último programa del periodista Jorge Lanata me pareció sumamente importante para ello. Tanto, que lo vi tres veces y ahora voy por la cuarta. ¿Soy otro anti-Lanata radical? No. Míreme: aquí me puede ver en la edición del 24 de junio de 2012 de Periodismo Para Todos con mis estudiantes. Imagínese, trabajar gratis un domingo a la noche y volverte a esa hora desde Constitución. Más que trabajo fue un deseo nacido de la admiración.



En su último editorial, el periodista más influyente de la Argentina habla de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Es relevante porque Jorge Lanata dice: "Para mí hoy, en cuanto a información, no hay más información ni para un lado ni para el otro" (05:52). Justamente escribo esto porque para mí sí hay más (des)información para un lado. Pero veamos qué opina el periodista sobre la desaparición forzada.

(07:40) A mí, personalmente, me parece una increíble mala leche... pero de increíble mala leche, que se caracterice este tema como una desaparición forzada de persona. Me parece que se fueron todos de rosca. Que acá nos pasa algo con el tema del lenguaje. Porque de tanto decir boludeces ya decimos cualquier cosa, como si todo fuera lo mismo. A ver si entendemos, desaparición forzada de personas es un plan sistemático para que la gente desaparezca. ¿Qué estamos diciendo? ¿Que Macri tiene un plan sistemático para que la gente desaparezca? ¿Realmente creemos eso? ¿Pensamos eso? Porque también yo escucho que la gente canta: "Macri basura vos sos la dictadura". A ver, podés decir cualquier cosa de Macri, pero no que sea una dictadura: la gente fue y lo votó. No hay ningún motivo para caracterizarlo como dictadura, realmente digo esto. Y tampoco me da vergüenza decirlo porque van a decir: "Defiende a Macri". En este caso sí. No tengas dudas, defiendo a Macri: esto no es una dictadura. Esto es una democracia, no estás de acuerdo, votá otra cosa. Ahora, pensar encima que siendo Macri una dictadura hay un plan sistemático... 

A ver, ¿qué quiere decir "plan sistemático"? Que la Gendarmería de Esquel se reunió con un mapa, con información de inteligencia de los mapuches y dijo vamos a chupar este año a 20 mapuches y los metemos en un pozo en tal lugar... Y los vamos matando. ¿Ustedes creen que eso esta pasando? ¿Realmente piensa alguno que esto puede ser verosímil? De veras les digo. Pensemos un segundo las boludeces que escuchamos. Si ustedes [no] lo piensan, mucho menos lo pueden pensar esto todos los tipos que están haciendo una campaña internacional con esto. Es de un cinismo increíble hacer una campaña con esto. Es increíblemente hijo de puta y cínico. Podés decir cualquier cosa: decí "gobierna para los ricos", decí "no se le entiende cuando hablar", decí cualquier cosa, pero no digas que el tipo chupa gente. Estamos todos locos. Ya no hay argumentos. Tratemos de hablar con argumentos. Es muy difícil rebatir algo cuando es tan delirante. ¿Me entendés? A ver: "Lanata es un marciano". ¿Cómo demuestro que no soy un marciano? Cuando el argumento es inabarcable. ¿Qué hago? ¿Cómo hago para que pienses que no lo soy? Me parece de una increíble mala leche, llamar a esto desaparición forzada de personas

Pongámosle que fue la Gendarmería: (...) una de la hipótesis que se maneja es que lo cagaron a palos y se les fue durante la cagada palos. ¿Sabés cómo se llama eso? Asesinato. Eso se llama "asesinato". No se llama "desaparición forzada de personas". Se llama "asesinato" aún cuando lo haya hecho un policía o un gendarme o lo que sea. Ahí no hay una cosa política de sistema de abuso de autoridad para desaparecer gente. Se murió un tipo, es terrible, que vaya en cana el que lo mató o quienes colaboraron, pero no podés decir plan sistemático de desaparición de nadie porque es de una frivolidad... Parecemos tarados. Realmente. Es como si la dictadura no hubiera pasado.


*  *  *  *  *

Como le dije, no soy un anti-lanatista radical. Y por eso lo primero que me nació fue creerle a Lanata. Yo no creo que haya un plan sistemático del Gobierno de Mauricio Macri y, por lo tanto, no habría una desaparición forzada. Pero, como me han enseñado buenos profesores, después de creer me salió desconfiar y leí tres definiciones sobre "desaparición forzada":

a. Amnistía Internacional (link)

"El término legal “desaparición forzada” puede sonar algo tosco, pero la historia humana que subyace es sencilla: las personas desaparecen, literalmente, de entre sus seres queridos y de su comunidad, cuando agentes estatales (o con el consentimiento del Estado) las detienen por la calle o en su casa y después lo niegan o rehúsan decir dónde se encuentran. Es un delito de derecho internacional".

b. Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas (link)

"A los efectos de la presente Convención, se entenderá por "desaparición forzada" el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley."

c. Código Penal de la Nación (link)

"Al funcionario público o a la persona o miembro de un grupo de personas que, actuando con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, de cualquier forma, privare de la libertad a una o más personas, cuando este accionar fuera seguido de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona".


Algunas conclusiones:

  • No es una condición que exista un plan sistemático para que una desaparición  sea forzada.
  • En consecuencia, cuando Lanata dice que no es una desaparición forzada está desinformando a su público que supera el millón de personas y que se apropiará de esta información falsa. 
  • O el periodista desconocía la información correcta o desinformó adrede.
  • Lanata mezcla las ideas. No es necesario que vivamos en una dictadura para que haya una desaparición forzada. Los elementos de la desaparición forzada son: a) privación de la libertad, b. la intervención directa de agentes estatales o la aquiescencia/consentimiento de éstos, y c) la negativa de reconocer la detención o de revelar la suerte o paradero de la persona interesada. 
  • ¿Esto significa que Mauricio Macri o Patricia Bullrich eligieron desaparecer a Santiago Maldonado? No. Los miembros de la Gendarmería son agentes del Estado. Y si la Gendarmería lo apresó a Santiago y lo tienen -con vida o no- ya estarían dadas las condiciones para que sea una desaparición forzada.
  • Respondamos las preguntas de Lanata: 
  1. ¿Creemos que el Gobierno de Macri es una dictadura? No.
  2. ¿Hay gente que canta que Macri es una dictadura? Sí, pero no todos. En mi caso, me quedo callado.
  3. ¿Creemos que Macri tiene un plan sistemático para chupar personas? No.
  4. ¿Pudo haber habido una desaparición forzada durante el Gobierno de Macri? Sí.
  5. ¿Fue correcta la respuesta que dio el Gobierno? No, porque defendió a la Gendarmería.
  • El tono de la argumentación de Lanata es sumamente violento y no le da lugar a su público de que piense diferente: si creés que la desaparición de Santiago Maldonado es forzada sos un hijo de puta y un cínico.
  • Quienes pedimos por la aparición con vida de Santiago Maldonado no somos hijos de puta ni cínicos. Creemos que la Gendarmería se lo llevó porque justamente Santiago desapareció después de sufrir una represión.
  • Tomemos la hipótesis que menciona Lanata: la Gendarmería asesinó a Santiago Maldonado. Si hubiera habido un cuerpo sería un asesinato. Pero no lo hay. Ergo, es una desaparición forzada.
  • Un segundo problema que enfrenta el Gobierno es que el operativo de Gendarmería fue coordinado por el Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti. Hasta el momento, Noceti goza de una buena cobertura mediática. Hasta el momento. 
  • Un tercer problema es que la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, negó la desaparición forzada y defendió a la Gendarmería. Se ve claro en el Congreso y en esta nota de La Nación
  • Yo entiendo que la jefa de una fuerza defienda a su fuerza dado que después le tiene que dar órdenes a los agentes de esa fuerza. Pero el problema es que al "negar su detención" sin dar información sobre su paradero, la Ministra está justamente "cumpliendo" uno de los elementos de la desaparición forzada.
  • Todo esto se da en un contexto en el cual los medios masivos alineados al Gobierno no paran de revolear información falsa y malintencionada que intenta deslegitimar a los familiares y el reclamo de aparición con vida.
  • Justamente, la desinformación de Periodismo Para Todos y Jorge Lanata es el engranaje más importante de la difamación y deslegitimiación del bombardeo mediático oficial: Clarín, La Nación e Infobae.
  • Dicho todo esto, el único modo para no pensar que la desaparición de Santiago Maldonado no fue forzada, es no creerle a los testigos. 
  • Esto último ya es una cuestión de fe. Mi sugerencia es ponerse siempre del lado de la víctima. Gobierne quien gobierne.

Una última conclusión

Les dije: no soy un anti-lanatista. Pero sí me hierven la sangre los ataques a Santiago Maldonado, su familia, los testigos y quienes estamos comprometidos con los Derechos Humanos. En mi caso, también sumo mi compromiso con los pueblos indígena. Hoy, sábado 2 de septiembre, Jorge Lanata vuelve a escribir su columna semanal Un caso que se convirtió en un Congreso de Paranoicos. Escribe el periodista: "Informaciones parciales, mentiras llanas, mala fe y todo tipo de miserias operan en una investigación que lleva más de un mes (...)". 

Tiene razón.

Esta vez, Jorge Lanata cambia su definición de desaparición forzada:

Desaparición forzada -cito la ley 26679- se aplicará a “(el funcionario público o a) la persona o grupo de personas que actuando con el apoyo o la aquiescencia del Estado de cualquier forma privare de su libertad a una o más personas, cuando este accionar fuese seguido de la falta de información o la negativa a reconocer dicha privación de la libertad o de informar sobre el paradero de la persona”. No se necesita que estas desapariciones se repitan ni se presume que exista un plan sistemático para que sucedan.

Lanata coincide con nuestra explicación y argumentación. No es necesario que haya un plan sistemático para que haya una desaparición forzada. O sea, la de Santiago Maldonado puede ser perfectamente una desaparición forzada tal como figura en la carátula de la investigación. Curiosidad: en su cita "textual", el periodista omite que la desaparición forzada aplica al "funcionario público" tal como agregamos en rojo. ¿Se habrá equivocado o lo habrá hecho adrede para no involucrar a ningún funcionario -como Pablo Noceti, quien "quedó en la mira"- o funcionaria pública -como Patricia Bullrich?

¿Esto convierte a Lanata en un cínico como nos trató a nosotros? ¿Esto convierte a Lanata en un hijo de puta como nos trató a nosotros? No lo creo. La violencia no se combate con violencia. Lo que combate a la violencia es la información. La desinformación nos manipula. Y, en este caso, en un tema tan sensible como los Derechos Humanos. ¿Será sincero con su público este domingo y les dirá que el domingo pasado les dio información errónea? ¿Les dirá que quienes creemos en los testigos que denuncia que a Santiago Maldonado se lo llevó la Gendarmería no somos ni unos cínicos ni unos hijos de puta?

En su argumentación, Jorge Lanata se preguntaba: "¿Cómo demuestro que no soy un marciano?". No hace falta, sabemos que Lanata no es un marciano. Lo sabemos porque lo vemos en Canal 13. Lo sabemos porque lo leemos en Clarín. Lo sabemos porque lo escuchamos en Radio Mitre. Lo sabemos porque Jorge Lanata está casi todo el tiempo en el Grupo Clarín... 

Lo que hace un mes no sabemos es dónde está Santiago Maldonado.