Diarios de un Principito
Pido perdón a los niños por escribir para las personas grandes. Tengo una seria excusa: a los grandes se les endurece el corazón. Tengo otra: los grandes desean comprender todo. Tengo una tercera: estas personas grandes no tienen ni hambre ni frío. Y tienen verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero escribirle al niño que estas personas grandes fueron en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. Pero pocas lo recuerdan.