19 septiembre 2014

Macri, el antropoémico

No sé si lo conocen a Zygmunt Bauman. Tampoco sé si puedo decir que lo conozco -¿qué es conocer?-, pero leí dos de sus libros y me gusta bastante. Es justamente en su obra más conocida, Modernidad Líquida, donde el sociólogo polaco cita al gran antropólogo Claude Lévi-Strauss para mencionar dos estrategias que implementaron las sociedades "para enfrentar a la otredad de los otros": la antropofágica y la antropoémica.

La primera es el mecanismo por el cual la sociedad incorpora a los diferentes anquilando su otredad. Los otros deben "desalienarse" de sus rasgos y convertirse en idénticos. Es un modelo de "asimilación forzosa". O sea: "Usted, amigo boliviano, venga tranquilo a nuestro país, pero elimine todas sus particularidades culturales y transfórmese en argentino. Deje de ser usted". Es un modo de discriminación light.



Hoy mi costado fascista, discriminador, anti-pobre y excluyente amaneció feliz. Se encontró con la noticia de que el amigo Mauricio Macri estaba construyendo un muro que separe la Villa 31 de la Autopista Illía. Un cerco que no permita ver a los pobres. Porque, seamos sinceros: queda feo que los turistas que visitan nuestro país por Aeroparque vean, ni bien llegados, a lo más feo de nuestra sociedad. No es suficiente excluir a los pobres en esos guetos permitidos que son las villas miseria y los asentamientos, sino que también hay que ocultarlos. Lo que se oculta no se ve; lo que no se ve no existe. 

La segunda estrategia para enfrentar la otredad es la antropoémica. Bauman es muy claro así que vamos a dejar que él solito lo explique:

"[La estrategia antropoémica] consistía en 'vomitar', expulsando a los otros considerados irremediablemente extraños y ajenos: prohibiendo el contacto físico, el diálogo, el intercambio social y todas las variedades de commercium, comensalidad o connubium. Hoy, las variantes extremas de la estrategia 'émica' son, como siempre, el encarcelamiento, la deportación y el asesinato. Las formas superiores y 'refinadas' (modernizadas) de la estrategia émica son la separación espacial, los guetos urbanos, el acceso selectivo a espacios y la prohibición selectiva de ocuparlos" (BAUMAN, 2001: 109)

Tal vez sea una expresión de deseo, pero, sinceramente, me cuesta pensar que una buena parte de nuestro país desee una sociedad partida en dos, donde "la gente" no se mezcle con la "no-gente".

Ojala sea más que un deseo. Porque si no sería muy triste.

14 septiembre 2014

Víctor Hugo, los villeros y los hipócritas

Siempre fui muy básico. Cuando escucho algo aberrante, automáticamente me pregunto: ¿garca o boludo? Para mí Víctor Hugo Morales no es ningún boludo. Y si bien no coincido con su posicionamiento político, tampoco creo que sea un garca. Su comentario sobre las villas responde a su defensa permanente a un Gobierno que, tras una década con tanta guita, no ha podido -o querido- quebrar la desigualdad socio-económica. Y cuando algo que defendemos no logra transformar algo que no deseamos nos quedan dos cosas: o admitimos que nos equivocamos o adaptamos la realidad al discurso.


Víctor Hugo minimizó la problemática de las villas y se le fueron todos al humo. Desde los que piensan sinceramente que hay que transformar esa realidad hasta los que sólo buscaban hacerle daño al periodista emblema del kirchnerismo.

Siempre fui muy básico. Cuando VHM habló del cine Gaumont, pensé que la Ciudad de Buenos Aires eran tan sorprendente que se podía ver cine desde un gomón en el río. Para ser sincero, no pude seguir con detenimiento el debate generado en los medios masivos. Pero de todo lo que podía leer o escuchar, preferí invertir mi tiempo en la editorial de la revista de cultura villera La Garganta Poderosa, el medio con más autoridad para opinar sobre el tema. Uno puede coincidir o no. Pero este tipo de medios nos ayudan a pensar desde otro punta de vista. Desde una-otra-realidad diferente a la que nos rodea y desde la cual opinamos.

Siempre fui muy básico. Me río con Yayo y el Oso Arturo. Debo confesar que me encantó ver la indignación generalizada. ¡Qué bueno que tantas personas pujen por condiciones de vida digna! Qué bueno que todos esos indignados con Víctor Hugo Morales también les hierva la sangre cuando escuchan a algún ignorante gritar "negros de mierda". O cuando algún fachista dice que la solución a la inseguridad es prender fuego las villas. Qué genial que discutan con los que piensan que en las villas son todos chorros y vagos.

Siempre fui muy básico. Me encanta la cumbia. Qué genial que todas esas personas también critiquen al Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, que se niega a cumplir con la ley 3343, sancionada en diciembre de 2009, que obliga a urbanizar las Villas 31 y 31 Bis. Porque las leyes hay que cumplirlas, ¿no? Y ya pasaron casi cinco años. Y si nos indignamos con VHM que argumenta a favor de vivir en asentamientos, nos indignamos todavía más con MM que teniendo las herramientas y un presupuestazo para transformar la vida de miles de personas, no lo hace. Peor aún, el ingeniero subejecuta el presupuesta de vivienda.

Siempre fui muy básico. Qué genial que mientras nos enojamos con Víctor Hugo también nos hayamos solidarizado con la protesta de los villeros que plantaron una carpa en el medio del Obelisco pidiendo urbanización y radicación. Porque no nos oponemos al periodista por el simple hecho de que defiende al Gobierno, sino que lo cuestionamos porque somos -buenas- personas y queremos condiciones de vida digna para todos. Queremos que todos tengan acceso al agua potable, a los servicios básicos y que no se siga muriendo gente porque las ambulancias no pueden ingresar a las villas. No queremos las instalación de mafias aprovechando la ausencia del Estado ni el riesgo latente de que un incendio lo queme todo.

En lo que no soy básico, creo, es en pensar que esa realidad no me gusta. Y cuando la realidad es "no feliz", hay que transformarla. Tampoco somos básicos cuando dejamos de lado el individualismo y nos solidarizamos con los que sufren. 

Qué bueno compartir todo esto. Porque, de lo contrario, nuestras críticas e indignación con Víctor Hugo Morales nos convertiría en unos hipócritas.


En siete años de gobierno, Mauricio Macri no te urbanizó nada. Sí te pavimenta diez veces la misma calle. Preocupado por el bienestar de los grandes empresarios, no le importan los pobres en lo más mínimo.