18 agosto 2018

¿Quiénes son los senadores que votaron en contra de la legalización del aborto y del matrimonio igualitario en 2010?

Investigación bicéfala con Gritalo Vos!

Previo a la discusión por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), la última gran ampliación de derechos que dividió a la sociedad fue el Matrimonio Igualitario sancionado en 2010. En aquella oportunidad, tras la media sanción en Diputados, el dictamen de mayoría en la Cámara de Senadores era para rechazar el Matrimonio Igualitario y sustituirlo por la Unión Civil. Finalmente, el dictamen de rechazo no prosperó (32 votos negativos y 30 positivos), se pasó al dictamen de minoría a favor de la media sanción que venía de la Cámara Baja y el casamiento entre personas del mismo sexo fue ley. Casi una década después, resulta interesante observar quiénes son los senadores que se manifestaron en contra del Matrimonio Igualitario en 2010 y en contra de la legalización del aborto en 2018.

Los principales dibujantes del país expresaron su descontento haciendo "Las Figuritas del Senado".


A. Los senadores que votaron en contra de la legalización y en contra del matrimonio igualitario

Roberto Basualdo (San Juan - Cambiemos)

A pesar de su inclaudicable lucha contra la megaminería, San Juan ha demostrado ser una de las provincias más reaccionarias a la ampliación de derechos. En efecto, en el debate sobre la ley IVE los tres senadores por San Juan votaron en contra. Si bien allá por 2010, el Senador Basualdo no formaba parte de Cambiemos, sino del Partido Justicialista, esto no quitaba su coherencia en estar en contra de la ampliación de derechos: “Si se quiere algo igual para todos, se va a discriminar. Y si se quiere ampliar el matrimonio para que sea para cualquier cosa, no le va a servir absolutamente a nadie”. Ocho años más tarde, el senador por San Juan rechazaba la legalización del aborto pidiendo más educación sexual: esta semana un alumno sanjuanino recibió 15 amonestaciones por repartir preservativos en la escuela.




Juan Carlos Marino (La Pampa - Unión Cívica Radical en Cambiemos)

El senador radical no reconocía en la ley de Matrimonio Igualitario una ampliación de derechos, sino una estrategia política de Néstor Kirchner: "Fue una gran jugada de Kirchner para dividir a la oposición; nos sacaron la posibilidad de armar una buena propuesta de unión civil. Nosotros no queríamos que esto fuera un River-Boca, pero terminó así". De más está decir que el movimiento LGTBIQ estaba en contra de la unión civil y reclamaba el matrimonio igualitario para tener el mismo derecho que las parejas heterosexuales. El pampeano definió su voto a favor de la clandestinidad del aborto dos días antes de la sesión: los especialistas señalaban que desea ser gobernador de su provincia y votó acorde a las encuestas de opinión. "Yo no especulo", contradijo el senador de 54 años que no escuchó a la juventud radical.

José Mayans (Formosa - Partido Justicialista)

Si bien uno creería que no existe peor argumentación que rechazar la legalización del aborto señalando que "el domicilio de un embrión es el vientre materno" o preguntándose qué habría sucedido si hubieran abortado las madres de Vivaldi, Mozart, Da Vinci o Miguel Ángel, allá por 2010 el senador Mayans nos dejaba un discurso aún peor: “Yo digo que el varón y la mujer fueron creados para que cuando se junten sean una sola carne y, al constituirse el matrimonio, al fruto del amor, que son los hijos, no solamente puedan darle educación y protección sino también guiarlos y llevarlos adelante en la vida -incluso para la preservación de la especie-, lo que es fundamental para la constitución de nuestro sistema social. Por eso, no creo que haya discriminación ni negación de derechos (...) Así que yo creo que están muy lejos de ser discriminados; y considero que, al contrario, la institución del matrimonio no puede ser avasallada so pretexto de que hay una discriminación”. Resulta extraño escuchar a un senador por Formosa hablar del amor: su provincia es uno de los feudos argentinos que más familias indígenas destruye.

B. Los que votaron en contra de la legalización del aborto como senadores y en contra del matrimonio igualitario como diputados

Mario Fiad (Jujuy - Unión Cívica Radical en Cambiemos)

El entonces diputado Fiad defendía su rechazo al “matrimonio igualitario” desde una posición biologicista y católica: “El matrimonio no es una unión cualquiera, es la base de una familia porque tiene la capacidad biológica y antropológica de autodeterminarse, en tanto la unión entre hombre y mujer basta para asegurar la continuidad de la especie en esa prolongación de la vida que resulta del amor entre los cónyuges". El actual senador por Jujuy observaba en la ampliación de derechos una cruzada contra los valores y los principios, propia de una juventud perdida y una sociedad individualista. En serio: "Estamos en una sociedad fuertemente fragmentada y anómica, en donde se han perdido muchos principios y valores que han dado el marco a nuestra cultura. Vivimos en una Argentina en la que la juventud está seriamente afectada por problemas de adicciones, de violencia, de delitos, en una sociedad signada por un individualismo creciente que impulsa a actuar en el estrecho marco de los propios intereses sin levantar la mirada para tener una visión solidaria de una sociedad que necesita caminar unida".




Dalmacio Mera (Catamarca - Partido Justicialista)

Actualmente, Dalmacio Mera tiene 47 años. Cuando se debatió la Ley de Matrimonio Igualitario sólo tenía 39 años. A pesar de su juventud, esto no quita que sea uno de los legisladores más conservadores del recinto. En el reciente debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo, el senador sostuvo que como a los pobres no se les podía cumplir el derecho al acceso a la luz y al agua, tampoco se les podría dar el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Con esa argumentación, la Argentina nunca podría avanzar en la ampliación de derechos. De más está decir que las dos muertes por abortos clandestinos durante la semana posterior al debate se habrían evitado si senadores como Mera no hubieran votado en contra.

Julio César Martínez (La Rioja - UCR en Cambiemos)

El actual senador por La Rioja fue uno de los pocos radicales que obtuvo un cargo jerárquico en el Gobierno de Mauricio Macri al ser Ministro de Defensa hasta su salto a la Cámara de Senadores. En el debate sobre la legalización del aborto, Martínez fue uno de los senadores del radicalismo que desoyó la tradición laica de su partido y votó siguiendo sus creencias personales.

Federico Pinedo (Ciudad de Buenos Aires - PRO en Cambiemos)

Si bien es reconocido como una de las figuras más dialoguistas del macrismo junto al Ministro Rogelio Frigerio, a la hora de votar por las ampliaciones de derechos, el senador  ha sido coherente: siempre ha votado como el nieto del Ministro de Hacienda de la  Década Infame.



C. Los senadores que votaron en contra de la legalización del aborto y que se ausentaron en la aprobación del matrimonio igualitario 

Carlos Menem (La Rioja - Partido Justicialista)

Contrario a la ley de Matrimonio Igualitario, el ex Presidente dio quórum, pero se retiró mucho tiempo antes de la votación, tanto del dictamen de mayoría en rechazo a la media sanción como del dictamen de minoría a favor del Matrimonio Igualitario. A sus 88 años, uno de los presidentes argentinos que más vidas arruinó durante el siglo XX informó su rechazo a la legalización del aborto en una nota en el diario La Nación titulada "Un compromiso en defensa de la vida". Probablemente uno de los principales ganadores en este debate ha sido la hipocresía dado que su ex mujer Zulema Yoma había declarado que el riojano la había acompañado a abortar en 1968: "No voy a ser cínica. Yo tuve un aborto. Me lo hice porque Carlos Menem me apoyó. El estuvo de acuerdo. Inclusive, yo no conocía a nadie en La Rioja (para que me lo practique) y él me acompañó".

Juan Carlos Romero (Salta - Partido Justicialista)

El ex gobernador de Salta se oponía a la denominación de “matrimonio” y fue uno de los cinco firmantes del dictamen de mayoría que proponía sustituirlo por la "unión civil" que no contemplaba la adopción de menores ni la fecundación in vitro. El Senador Romero se victimizaba con profunda originalidad: “Se esgrime la discriminación como una especie de acusación. Creo que si lo aprobado por la Cámara de Diputados se vota, me van a dar unas ganas de gritar que me están discriminando, porque tanto se acusa de discriminación que ya esa es una forma de discriminación (...) Sin duda que esto representa un cambio social y cultural. Así como entendemos las necesidades de aquellos que quieren legalizar una situación de hecho también, con la misma comprensión, se debe respetar a aquellos que opinan diferente, que creemos que este no es el camino o que esta no es la forma de hacerlo”. Se lo ve muy comprometido al senador contra la discriminación: ¿se habrá preocupado por las 160 denuncias realizadas en su provincia ante el INADI durante los últimos dos años?

Adolfo Rodríguez Saá (San Luis - Partido Justicialista)

En línea con los ex gobernadores de Salta y Santa Fe, el deseo de "el Adolfo" era votar la unión civil. Sin embargo, frente al rechazo de la unión civil, se retiró del recinto al momento de votar la aprobación de la media sanción que venía de la Cámara de Diputados. No es menor señalar que su compañera de banca Liliana Negre de Alonso fue quien lideró la cruzada en contra del Matrimonio Igualitario. Resulta interesante que su hermano y entonces Gobernador de San Luis, "el Alberto" se expresó a favor del casamiento entre personas del mismo sexo y cuestionó la exclusión y la intolerancia de los antiderechos.

Ada Rosa Itúrrez de Cappellini (Santiago del Estero - Frente Cívico por Santiago)

La senadora estaba en contra del proyecto de ley, pero terminó ausentándose al acompañar a la entonces Presidente Cristina Kirchner en una comitiva a China. Ya sin viaje a un país extranjero, la Senadora Itúrrez se presentó a la sesión con un gran moño azul. Con sólo el primer minuto de su discurso, uno sabía que iba a votar en contra de la legalización del aborto.

Carlos Reutemann (Santa Fe - Partido Justicialista)

El senador también se opuso al Matrimonio Igualitario y estaba alineado con Romero y Rodríguez Saa para votar por la unión civil. Tras votar a favor del dictamen de mayoría en rechazo del Matrimonio Igualitario que no prosperó, se levantó de la banca y se ausentó de la votación.




Casos especiales

Esteban Bullrich (Ciudad de Buenos Aires - PRO en Cambiemos)

Fue uno de los primeros senadores que se opuso a la legalización del aborto. En 2010 era Diputado Nacional y durante el debate sobre la votación del matrimonio igualitario estuvo ausente por la licencia que se había tomado para ocupar el cargo de Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Tal vez uno de los políticos con menor poder de argumentación, su discurso fue una oda al cinismo: reclamó más educación sexual cuando durante su paso por el Ministerio de Educación de la Nación desfinanció el programa  de Educación Sexual Integral (ESI). Su poema "Yo te amo, mamá" en contra de la despenalización será recordado como una obra de arte del sentido común.

Gabriela Michetti (Vicepresidente de La Nación - PRO en Cambiemos)

Si bien no le correspondía votar, desde su rol de Presidente del Senado, Gabriela Michetti fue una de las voces oficialistas más abiertamente en contra del aborto. En 2010 era diputada y votó en contra del matrimonio igualitario. Su gestión como Presidente del Senado será recordada por dos razones: no haberse aprendido nunca el reglamento (¿será por eso que el debate lo inició Federico Pinedo?) y su grito "¡Vamos todavía!" tras la votación en contra de la legalización del aborto.


02 agosto 2018

Carta de un amigo católico a favor a un amigo católico en contra

La siguiente carta parte de una premisa: la legalización del aborto implicaría un cambio de paradigma que precisa del mayor consenso posible, aún después de sancionada la ley. Entiendo que el debate posee tres ejes de discusión: una cuestión de salud pública, el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo y las diversas miradas sobre el comienzo de la vida humana. Si bien invisibilizar los dos primeros ejes es violento para con las mujeres, el amplio y heterogéneo movimiento a favor de la legalización ha desplegado sobrados argumentos en esos debates. Por esta razón, en búsqueda de un mayor consenso, esta carta está dirigida a los amigos católicos que están en contra de la legalización, pero que son respetuosos de las creencias personales de nuestros prójimos. Como ya lo hemos hecho antes con el divorcio y el matrimonio igualitario.



Le escribo, querido amigo, porque he sentido su tristeza después de la media sanción a favor de la legalización del aborto. Porque conozco muy bien la tristeza de la derrota. Más de una vez. Porque su tristeza es sincera. Y porque soy empático con el dolor de las y los otros. Y porque siento que tal vez estas palabras pueden contribuir a morigerar ese dolor.

Comencemos con la honestidad intelectual, esa honestidad que explica desde dónde hablamos: soy un católico desde la cuna que apoya la legalización del aborto. Como en la mayoría de los temas, no soy neutral ni me propongo serlo. Escuchemos la inexistente neutralidad de quienes esconden su subjetividad e intereses en una falsa objetividad. A partir de aquí usted sabrá apreciar las palabras que siguen.

Como católico desde la cuna, creo tener el pedigree completo: mi familia es católica, de chico mi abuela me hacía rezar el Padre Nuestro y el Ave María antes de dormir la siesta; tengo estampitas desde la billetera a la heladera, incluso en un parcial le regalé una de San Expedito a una educanda; fui bautizado, tomé la comunión y también estoy confirmado; me formé en una escuela católica y no reniego de ello; recé (casi) todas las noches hasta los 23 años; admiro al Papa Francisco y me siento muy representado por la Teología de la Liberación y los Sacerdotes del Tercer Mundo. Finalmente, antes de cada acontecimiento importante le pido a mi vieja que me acompañe, es decir, que soy católico por cultura y por necesidad: fui formado en un entorno católico, pero también tengo la necesidad de creer en que hay algo más después de la muerte.

En fin, soy católico y como todo católico creo que la vida humana comienza desde la concepción: desde la unión entre óvulo y espermatozoide. Si bien siempre creí que esta era una verdad absoluta, en los últimos años comencé a percibir que tal vez más que una verdad intocable era una cuestión de fe. Una cuestión de fe que, al igual que usted, no permito me la discutan. Desde aquí comienza mi argumentación.


¿Patos o conejos? ¿Pelícanos o antílopes? ¿Qué ve usted? Elija cual elija: tiene razón.

Por mis intereses, en los últimos años he conversado con bastante gente en torno a la discusión sobre el aborto. Mis preferidas han sido con extranjeros y extranjeras por una razón: los que viajamos aprendemos que hay muchos modos de ver el mundo. La nuestra es una más entre tantas posibles. Y uno tiene dos opciones: o encerrarse en la mirada de uno o, escuchar, aprender y respetar. Y de este modo han sido mis diálogos con varios europeos que es el continente que más ha avanzado en torno a la legalización. Podría decirle que aprendí mucho de sus opiniones, pero en verdad, aprendí más de sus respetuosas preguntas y sus respetuosas reacciones: ellos intentaban entender cómo un católico formado en las ciencias sociales y progresista estaba en contra del aborto. A la distancia hoy entiendo lo llamativo de esa contradicción.

Les decía que hay muchos modos de ver el mundo. Es más, en epistemología leemos a un tal Norwood Hanson que en medio de una revolución epistemológica encabezada por Thomas Kuhn planteó una frase que para mí hoy es bandera: “Observation is theory laden”. O sea, “la observación está cargada de teoría”. ¡Un frazón! El filósofo sostiene que cuando vemos no todos observamos lo mismo. Una cosa es el acto de ver que significa la impresión de una imagen en nuestra retina, pero otra cosa muy diferente es observar. ¿Por qué? Porque nuestra observación depende de nuestras experiencias pasadas, de nuestras ideas, de nuestros gustos o de nuestra religión. 

Pongamos un ejemplo: aparece un jugador con una camiseta con una banda roja en el pecho. Mientras Rodrigo celebra “El más grande sigue siendo River Plate”, Juan insulta “Te fuiste a la B por puto y cagón”. Ambos ven la camiseta de Riber, pero observan cosas diferentes. Es más, para un futbolero a secas lo recién escrito es un claro ejemplo que no presenta conflicto. En cambio para quienes estamos formados en el respeto a la diversidad sexual, la frase en rojo es una falta de respeto a las minorías sexuales. O para un hincha del segundo club más importante de Argentina la palabra en verde es una burla. Y así.

En fin: la observación depende de nuestra experiencia. Donde usted ve pelícanos yo veo conejos. Y los dos tenemos razón. Es simple. Lo complejo es aplicar esta teoría al inicio de la vida humana. 




Es complejo porque en un momento de la discusión apelamos a la ciencia. Vamos una vez más: para los católicos este momento ocurre cuando se unen el óvulo y el espermatozoide. Y existen estudios científicos que sostienen esta creencia a través de la existencia de un nuevo ADN. Sin embargo, no es el único modo de ver el comienzo de la vida humana. Para otras personas la vida humana comienza cuando el feto tiene sensibilidad. Y también existen estudios científicos que confirman esta posición con la conformación del sistema nervioso a los tres meses de gestación. 

En síntesis: existen estudios científicos que apoyan una mirada como la otra. Por eso planteaba que el comienzo de la vida humana es una cuestión de fe: la ciencia no tiene un consenso. 

Vamos más allá: tampoco las religiones tienen un consenso: ni el judaísmo ni el Islam ni el budismo ni el hinduismo coinciden en torno al comienzo de la vida humana. Y no quiero ponerme instucionalista, pero el artículo 14 de nuestra Constitución señala que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho a "profesar libremente su culto". Es más, en sus 2018 años, la postura de la Iglesia católica sobre el aborto no es monolítica: bajo la teoría de la hominización tardía, San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino entienden que el aborto temprano no es homicidio porque el feto aún no tiene alma. La Iglesia recién se opuso terminantemente al aborto en cualquier etapa de gestación a partir de la bula papal Apostolicae Sedis del Papa Pío IX en el año 1869. Hace sólo 149 años. Si viviéramos en 1850, habríamos podido abortar tempranamente sin que nuestra Iglesia lo considerara un homicidio.

De vuelta: sin acuerdo científico ni acuerdo entre las religiones, el comienzo de la vida humana es una cuestión personal. Depende de nuestras creencias. Es una cuestión de fe. 


 

La pregunta importante para mí es: si los católicos deseamos que respeten nuestra fe, ¿por qué no respetar la creencia de los otros? ¿Por qué obligar al resto a que piensen igual que nosotros? ¿Por qué razón pedir que la ley de un país laico castigue a los no católicos que no coinciden con nuestras creencias? Exigir respeto a nuestras creencias también debería implicar respetar las creencias de los otros.

Y más aún porque sería bueno pensarlo: ¿estamos tan seguros de que tenemos toda la razón sobre el comienzo de la vida? A mí me lo enseñaron así desde chico y creo que suena muy lógico. Pero, ¿y si tienen razón las otras religiones o los otros estudios científicos? ¿Nuestra Iglesia nunca se equivocó? Todos sabemos la respuesta: desde la Inquisición hasta el genocidio de los pueblos originarios en Latinoamérica, los católicos hemos cometido grandes errores. Por no decir crímenes. Tanto el Papa Juan Pablo II como  el Papa Francisco han pedido perdón por estas equivocaciones históricas.

Los católicos tenemos un mandamiento hermoso, que más que un mandamiento es una filosofía de vida que los no católicos que cuestionan nuestra religión no saben apreciar: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Para mí eso es un llamado a la solidaridad con los que sufren. Sin embargo, pensándolo un poco más, tal vez también sea un llamado a respetar la humanidad de nuestro prójimo. A respetar su cultura. A respetar sus creencias. Los católicos nos hemos equivocado mucho durante nuestros más de 2000 años de vida: tal vez sea el momento de aprender de nuestros errores y amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Respetando sus creencias. Del mismo modo que deseamos respeten la nuestra.

01 agosto 2018

Santiago: una pedagogía de la solidaridad

Yo no nací sin causa.
Yo no nací sin fe.
Mi corazón pega fuerte
para gritar a los que no sienten
y así perseguir
a la felicidad

Un derecho de nacimiento


Entre sus cuentos, historias y enseñanzas, Eduardo Galeano nos enseñaba la diferencia entre la caridad y la solidaridadLa caridad es vertical: un proverbio africano explica que la mano que da está siempre arriba de la mano que recibe. En cambio la solidaridad es horizontal, se desarrolla entre iguales, implica padecer con el otro y significa un respeto al otro. En el mundo de hoy la solidaridad no es muy frecuente.





"¿Qué hacía ahí ese chico?" 

Todos los que sufrimos la desaparición de Santiago escuchamos en algún momento esa pregunta. Y todos nos enojamos porque en el fondo escuchábamos una pregunta que, para nosotros, en verdad, era una justificación de su desaparición, primero y, de su muerte, después.

Sin embargo, muy probablemente, nuestro prejuicio distorsionaba una pregunta sincera, que realmente significaba un desconocimiento acerca de esa sutil diferencia. Y por eso un año después vale la pena explicarlo: Santiago estaba ahí por solidaridad.


Santiago estaba ahí porque sufría con los que sufren.

Porque acompañaba a los que sufren. 


Algo que no se aprende de memoria ni se rinde en un examen, sino que sólo se aprende con el corazón.

Porque sabía el significado de empatía.

Aunque su piel y su lengua fueran de un diferente color.



Santiago nos interpela. Por eso nos incomoda.

Porque a diferencia de nosotros, él dedicaba su vida a mucho más que a acumular.

Porque nos muestra que otra vida es posible. Y él no tenía miedo a vivir esa vida.

Y su vida perseguía la felicidad. No sólo la suya. La felicidad de todos.



Frente a un mundo que nos enseña el individualismo y la codicia, un hippie nos enseñó el amor.

En un mundo que deshumaniza, el corazón de Santiago les pegó a las almitas que no sienten. 

Con su muerte por solidaridad con otros, Santiago nos tocó el alma. 

Su lucha por un mundo mejor nos toca el alma.

Santiago es solidaridad.





Cinco escritos sobre Santiago

1) La desaparición (no) forzada de Lanata (2 septiembre 2017)


3) Me llamo Santiago (19 septiembre 2017)

4) Querido Santiago (20 octubre 2017)