22 noviembre 2014

Norma Bustos

Nunca supe quién era Norma Bustos hasta hoy.
Y tampoco sé mucho.
Hoy informan que un sicario enviado por el narcotráfico la mató.
Se hizo pasar por cliente. La mató de tres tiros. Mientras trabajaba.
Mataron a una madre.
A sangre fría.
Bien de cagón.
Y la asesinaron por haber denunciado a los narcos que mataron a su hijo.
Y porque la dejaron sola.

Los verdaderos héroes no usan pistolas.
Ni están inundados de fama y riqueza.
Nuestros orgullos no están en el poder.
Nuestros héroes nacen de la tierra y el pueblo.
Ponen el cuerpo día a día.

Y los mártires siembran luchas.
Y las mártires se multiplican por mil.


"A mí no me importan que me maten, si yo ya lo perdí todo. Me mataron a mi hijo, se murió mi marido, ¿qué más me pueden sacar?                 Yo estoy vacía. Si el infierno existe, yo vivo en el infierno desde que me mataron a mi hijo". Fuente: La Capital

09 noviembre 2014

El trabajo, los cuerpos y la infelicidad

Eran las 8 de la noche. Recién salía del trabajo. Orgulloso. Había entrado a las 9 de la mañana. Casi 11 horas trabajando. Y me crié con la premisa de vivir para trabajar. 

Subí al colectivo que me llevaba a casa y me crucé a una amiga. En diez años de amistad, nunca la había visto con tantas ojeras. Estaba muerta de cansancio. "Pobre", pensé. Me contó que estaba con mucho laburo y estudio. Pero en un momento no la pude escuchar más. Me di cuenta de que ella era mi reflejo. Estaba ella -estaba yo- gastando su -mi- cuerpo por algo que no le -me- hacía feliz. 

Al otro día salí a las 6 de la tarde. Como todo el mundo. La cola del colectivo interminable. La espera. Un conjunto de cuerpos cansados e infelices nos metimos por la fuerza al bondi. La fortuna era tener un asiento para poder leer. O poder hacer dormir al cuerpo gastado. Y al otro día lo mismo. Y al otro día lo mismo. 

Y en un momento me di cuenta de que en el futuro quería vivir de algo que me hiciera feliz.

08 noviembre 2014

Brasil ajusta

Llegando a fin de año y a un mes de que su presidente, Dilma Rousseff, haya sido reelecta por sólo tres puntos frente al opositor Aécio Neves, el panorama de Brasil no es nada bueno:

a. inflación del 6,75%
b. superávit fiscal primario del 0,61% en los últimos doce meses
c. crecimiento previsto del "cerocomaalgo" -0,9 Gobierno, 0,6 Banco Central y 0,25 para los mercados- para 2015

Frente a esta perspectiva, Brasil anunció un ajuste económico en subsidios sociales que se suma al aumento del 3% diesel y 5% de la gasolinaPor su parte, el panorama de Argentina es aún peor: a) inflación de alrededor del 35%, b) déficit fiscal de 6 ó 7 puntos del PBI y c) recesión.


Ajuste. Se veía venir en Brasil. A partir de nuestro mal manejo macroeconómico, se ve venir en Argentina. Foto: Télam.

El ajuste en Brasil significa menos consumo de los hermanos brasileños y, por lo tanto, impactaría en nuestras exportaciones hacia ese país. Claro está que, al caer nuestras ventas al exterior, genera menos actividad productiva en nuestra industria y, por lo tanto, suspensiones y despidos. Y si encima Brasil sigue devaluando nos va a meter más presión en la política cambiaria.

La decisión que toma Dilma es la misma que en algún momento va a tomar Argentina producto del mal manejo macroeconómico de la dupla Cristina Kirchner y Guillermo Moreno en los últimos años: pensemos que de Roberto Lavagna a Axel Kicillof prácticamente no tuvimos un ministro de Economía independiente. Un retoque en la economía será el resultado del derroche de recursos -en lugar de la inversión social inteligente- tan festejado por tantos amigos.

Se veía venir en Brasil. Y se ve venir en Argentina. O en 2015 CFK pacta con el próximo Gobierno, deja de derrochar los recursos e implementa una política inteligente de subsidios y paga el costo político -cosa que nunca hizo-; o no paga el costo político y lo hace el próximo Gobierno, y después la persiguen a CFK & Cía. por causas de corrupción en la Justicia.

Vayan haciéndose la cabeza de que el pasaje de bondi y las tarifas van a seguir subiendo.


Nota de marzo de 2016 

Casi un año y medio después de haber escrito este post estoy bastante conforme con el panorama previsto. En efecto, Cristina Kirchner no hizo las correcciones necesarias para tener una economía sustentable a largo plazo de modo paulatino y la situación actual de la macroeconomía es bastante mala. Mientras tanto, las causas del kirchnerismo en la Justicia avanzan a paso firme: cría cuervos y te comerán los ojos.

Mi error de cálculo -y mi autocrítica- fue creer que la sucesión al Gobierno de Cristina Kirchner sería por la centroderecha -representada en ese momento por el candidato oficialista Daniel Scioli y el opositor Sergio Massa-, en lugar de la derecha cuyo candidato ganó y es el actual presidente: Mauricio Macri. De este modo, en lugar de correcciones graduales que no impacten fuertemente en las clases desfavorecidas se hizo un ajuste en términos neoliberales: devaluación del 60 por ciento, aumento de precios de los alimentos, despidos en el sector público y privado, y enfriamiento económico.

Por otro lado, el costo del ajuste estuvo mal distribuido: mientras el campo y la minería, se vieron beneficiados por la quita de retenciones a las exportaciones, las clases medias y bajas vieron aumentar los precios de los alimentos y la luz con sueldos del años pasado. Si es que no sufrieron uno de los 100.000 despidos en el ámbito público o privado.

Asimismo, los supermercados y los comercios se beneficiaron con la devaluación y el descontrol de precios, obteniendo rentabilidades extraordinarias. Finalmente, la clase media o media-alta tuvo su zanahoria con la devolución del 35% por compras y viajes al exterior: ¿a quién no le gustaría que le entren cuotas de seis lucas sin haberlas trabajado y pensando que nunca las iba a recuperar? Aquí hay un apoyo vital para Mauricio Macri.

Mi última autocrítica -y la que más pena y bronca me da- es que posts como éste le han permitido al macrismo, inflar y exacerbar el imaginario sobre la necesidad brutal de un ajuste. Ajuste que lo están sufriendo lo que menos tienen.

04 noviembre 2014

No sea plagero

“Vos sos un botón,
nunca vi un policía tan amargo como vos”
Flor de Piedra

Cuando comencé a ser profesor, nadie me explicó qué hacer con el plagio ni cómo evitarlo. La primera vez que encontré uno, simplemente me sorprendió que alguien pudiera haber derrochado tiempo haciendo algo mal. Bien de mediocre. A los cinco segundos, cuando pensé que había perdido tiempo, me calenté. Y me calenté mal. Tanto que sentí mucha gratificación en ponerle un 1 (uno) y mandarlo a recursar. “Vos me tomás por boludo y yo me pongo en forro”, pensé birome roja en mano. A partir de allí, encontrar plagio fue orgásmico.

"Vos me tomás por boludo, yo me pongo en forro", pensé birome roja en mano. Foto: Diego Andrés Barrera

El plagio es el opio de las monografías y los trabajos prácticos; el mal académico del siglo XXI con la proliferación de TODO en internet. Existen estudiantes que en lugar de ponerse a laburar prefieren lo fácil. No se dan cuenta de que se joden a ellos mismos. Que todos estos trabajos que les enviamos son elementos que buscan anticipar una futura práctica profesional. Y si no es así, por lo menos se sume a su lista de esfuerzos -sangre, sudor y lágrimas- de los cuales se llenarán de orgullo en el futuro. Pero no. Van por la fácil.

En La política como profesión (1919), Max Weber definió al Estado como "una comunidad humana que reclama (con éxito) el monopolio legítimo de la fuerza física en un territorio determinado". En sintonía con esta superestructura del capitalismo, en el aula también reclamo el uso de la violencia simbólica: “Ustedes pueden copiarse en los parciales y los trabajos prácticos, pero si los descubro, recursan”. Yo siempre fui muy boludo para copiarme, pero otros lo llevan a cabo como un arte. Por eso lo planteo como “un juego”. No sé si el gato y el ratón, pero ponele. Desde ahí que celebro cada machete encontrado. En el momento es algo incomodísimo que el estudiante no se imagina. Pero después lo festejo como el gol de Palermo contra Perú.

Sin embargo, la culpa cristiana de la escuela me persigue y me pregunto cuán correcto es mandar a recursar a alguien por un error. Todos cometemos errores. ¿No es mucho? Y ahí me veo hace años, en el aula de la universidad, recordando cómo me mataba estudiando, mientras una compañera se copiaba a dos manos en todos los parciales. Era injusto. Por si me quedaba algo de ruido, mi hermano me ayudó un poquito más: “Copiarse es como ir a la guerra. Vos sabés a lo que te exponés. Si te copiás y te agarran, bancátela”.

Y es entonces que pienso que el plagio y el machete son prácticas que deben ser erradicadas del aula, que premian a los vagos y desincentivan a los que se esfuerzan. Y por si fuera poco, además le hace mal a la ciencia. Y amamos a la ciencia.

Me vuelvo gramsciano y pienso que la lucha contra los diversos modos de hacer “trampa” debe avanzar como una “guerra de trincheras”. Que si en los primeros años de la universidad avanzamos duro con esto es posible que los graduados sean personas que ni se les cruce por la cabeza hacer algo incorrecto. Quienes agarramos a los educandos ni bien salidos de la secundaria -cuando creen que el mundo de la vida pasa por wikipedia-, debemos hacerles incorporar la disciplina del “no hay que copiarse” como el panóptico de Foucault. Y ahí llego al teórico francés tan de moda y pienso: “Bajá un cambio, pibe”.

Sin embargo al ratito vuelve la ofensiva. El plagio es un delito. Recuerdo el caso del ex ministro de Defensa alemán que tuvo que renunciar en medio de la ignominia de haber hecho plagio en su tesis doctoral. Dos años después pasaría lo mismo con la ministra de Educación. Me acuerdo de Jorge Bucay que, tras volverse un psicólogo prestigioso por sus libros de auto-ayuda, se le descubrió no sé cuántas páginas copiadas.

Recuerdo que recuerdo y pienso que pienso, que no quiero que mis educandos puedan pasar en algún momento por lo mismo. Quiero que sepan que está mal copiarse. Que es antiético. Quiero que valoren el esfuerzo. Que es mejor equivocarse y aprender, que robar una producción ajena. Pienso. Es mejor hacerlos recursar ahora a que mañana se coman la vergüenza popular o un flor de quilombo por plagio. Y partiendo de esa premisa, estoy convencido de que ser un vigilante y bochar, es mejor que ser un copado y dejar pasar.

Es más laburo. Más tiempo de corrección. Pero así aportamos un granito de arena al futuro.