28 abril 2016

Catársis de un joven lanusense

No tienen gas,
no tienen luz,
son los villeros de Lanús
Canto de los envidiosos del Conurbano Sur


Manolo, el barón del Conurbano

Mi primer recuerdo de un intendente de Lanús es en la escuela. Como había sido escolta de una de las banderas -mi escuela era católica y había tres: la nacional, la papal y la bonaerense- tuve el honorazo de ir a un acto con el intendente. Todavía recuerdo la decepción de haber visto al famoso Manuel Quindimil. Era tan viejito que no se le entendía cuando hablaba. Mis chistes sobre su dentadura postiza duraron una semana.

Mi segundo recuerdo fue en la misma Municipalidad de Lanús. Había algo muy común entre los adolescentes que era ir a buscar entradas del boliche La Casona al palacio municipal. El dueño del boliche se llamaba Atilio, solía usar una campera de cuero negra tipo mafia y el rumor indicaba que se acostaba con las chicas lindas de Lanús. Ahora que lo pienso, no estaba muy bien que una empresa privada tuviera ese tipo de contactos con el Estado. No importa. La cuestión es que nos sentamos fuera del despacho de Quindimil a esperar. No nos dio él las entradas, pero estábamos seguros de que estaba ahí.

Cuando comencé a estudiar y a trabajar en Capital -para los lanusencitos, tomarnos por primera vez el 45 ó el 37, cruzar el Riachuelo y viajar al "centro" es un símbolo de adultez-, comencé a escuchar otras cosas sobre Manuel Quindimil. Quienes sabían posta de política lo llamaban "Barón del Conurbano", una expresión usada para definir a los intendentes peronistas que sostienen -o sostenían- la maquinaria electoral del Partido Justicialista en la Provincia de Buenos Aires. 

Es más, "Manolo" era el más longevo de todos los barones, tanto en edad como en trayectoria: había sido elegido Intendente en 1973 junto a Héctor Cámpora, había sido depuesto por la Dictadura, había vuelto en 1983 y siguió gobernando dos décadas más. Aquí hay un video extremadamente buena onda sobre su vida.




Darío, el de la inmobiliaria

Sin embargo, todo tiene un final. Para 2007 ya se decía que Manolo no gobernaba, sino que era un títere. Y así, Quindimil perdió frente al "joven" Darío Díaz Pérez. El veterano dirigente que nunca había perdido una elección estaba caliente como una pava: "¿Cómo me va a ganar este tipo a mí, que soy el número 1?".

El apellido de Darío era conocido en todo Lanús porque su familia es dueña de una de las principales inmobiliarias del municipio. Su elección generó muchas expectativas y después de una primera gestión, digamos, aceptable, Díaz Pérez fue reelecto. En sintonía con Cristina Kirchner, su segundo mandato fue un desastre. Vamos a pensar que fue un inepto porque de lo contrario uno debería pensar que se robó todo. Es más, en su gestión, el municipio vivió un baby-boom inmobiliario y las malas lenguas afirman que el Intendente recibía un departamento por cada habilitación para construir un edificio.

Recuerdo dos momentos de gloria de Darío Díaz Pérez. Primero, cuando criticó a Daniel Scioli y lo grabaron: "Scioli es una cáscara. Es un buen tipo, pero es un híbrido. No te podés pelear con él porque es un vegetal. No emite opinión política". Qué boludo. Salió por todos lados y después tuvo que agachar la cabeza. Su segundo momento fue en el programa Periodismo Para Todos, de Jorge Lanata, acusado de impulsar un proyecto privado para construir en terrenos donde habría funcionado un centro clandestino durante la Dictadura. Y formando parte de un gobierno que enarbolaba la bandera de los Derechos Humanos.

Así llegamos a 2015. Cuando uno pensaba que Darío Díaz Pérez iba a ser el candidato del kirchnerismo, se fue como candidato a senador provincial por la tercera sección -¿habrá sido por los fueros?- y le dejó el lugar al joven camporista Julián Álvarez, que tenía un fuerte apoyo de Cristina Kirchner. Del otro lado, estaban el Secretario de Hacienda en la Ciudad de Buenos Aires y mano derecha de Mauricio Macri, Néstor Grindetti, que se venía presentando hacía años para concejal e intendente. Y, 
junto a la boleta de Sergio Massa, quien fuera presidente del club Lanús y había sido el más votado en las elecciones de 2013: Nicolás Russo.




Néstor, el evasor

Si bien en la primera vuelta ganó Álvarez, lo importante fue el segundo puesto: Grindetti le ganó a Russo. Fíjese usted la apatía que generaba La Cámpora en Lanús -sumado a la nefasta gestión de Darío-, que en la elección definitiva, hubo un gran corte de boleta y el candidato del PRO se impuso al joven kirchnerista. Cabe aclarar que, al igual que en la Provincia de Buenos Aires, en Lanús no hay ballotage. 

Probablemente no sea necesario, pero agregamos también que entre esos tres candidatos se repartieron diferentes facciones de las barras del club Lanús (localidad de Lanús Este), Talleres de Escalada (Remedios de Escalada) y El Porvenir (Gerli), los tres equipos más importantes del municipio.

Por fin habíamos dejado al peronismo atrás y comenzaba una época de luz. Esta vez, la ola amarilla y concheta de Capital Federal vendría a iluminar a nuestras barbáricas mentes atrasadas del Conurbano.




Los Panama Papers

A menos de un mes de asumir como Intendente y mientras Lanús estaba inmersa en cortes de luz, Grindetti se fue de vacaciones a Punta del Este. Por fin un intendente que veranea en balnearios para la gente como uno. Pensar que todos los guachines de Lanús nos íbamos a San Bernardo. Nuevos tiempos se avecinaban.

Sin embargo, la cosa comenzó a cambiar en marzo. Resulta que un grupo de periodistas internacionales -que realmente hacen periodismo y no defienden a gobiernos neoliberales- descubrieron que los multimillonarios del mundo tenía empresas offshore en Panamá para evadir impuestos. Y no me la vas a creer, pero justo Néstor Grindetti aparecía en la lista. Y también tenía una cuenta no declarada en Suiza. Sí, en Suiza. El país donde tienen cuenta secretas todos los evasores, narcos y políticos corruptos del mundo.

Qué periodistas mercenarios. Y qué horror verlo a nuestro Intendente junto a un ministro de Ángola y al jefe de Inteligencia de Ruanda
Y justo un año después de que Lanata había viajado a Panamá y a las Islas Seychelles a buscar las offshore de Cristina Kirchner.

Sólo un pueblo desinformado podría no pedir su renuncia. Y así fue. Afortunadamente, todos los millonarios de Argentina tenían offshores y, la alianza del macrismo con el Grupo Clarín y los principales medios permitió silenciar a los Panama Papers que en el mundo se llevaron puestos a los Primeros Ministros de Islandia y Ucrania, y al Ministro de industria de España. Menos mal que somos sudacas. Una semana después del quilombo, Clarin intentaba limpiar la imagen de Grindetti informando que el SAME llegaba a Lanús.




El prófugo de Interpol

Ahora sí parecía que "la revolución de la alegría" llegaba a nuestro municipio. Sin embargo, se nota que el mundo entero está en contra de Lanús. El pasado domingo, nos enteramos de que Grindetti tuvo un pedido de captura de Interpol por más de tres años. O sea, votamos a un prófugo internacional. Cuánta mala suerte.

Yo entiendo que esté mal que Grindetti haya evadido cargas laborales en Brasil, pero es muy injusto que nos hagan esto cuando ellos mismos compraron muchas empresas argentinas en el último año. ¿Acaso el Instituto Brasileiro de Opinao Pública e Estatística (IBOPE)  no nos mide el rating? Bánquense una hermanos brasileños. ¿Tanto importa que al mando de IECSA -empresa del Grupo Macri en Brasil- Grindetti no haya pagado la tributación laboral los trabajadores brasileños de Curitiba?

Por suerte, los titulares de Clarín y La Nación repitieron lo que decían Grindetti y su vocero. Listo el pollo. Por suerte, TN le dio más importancia a la lesión de Gago. Menos mal. No sea caso que el pueblo se avive.




Crisis es oportunidad

Recuerdo un almuerzo laboral, en el que una amiga de Longchamps -o un lugar así que queda por "Avenida Pavón" al fondo- me cantó una canción: "No tienen gas, no tienen luz, son los villeros de Lanús". Todos mis compañeros de trabajo se rieron. Y me dio mucha vergüenza. Intenté explicar que ella casi que vivía en la Tierra del Fuego del Conurbano, pero eran todos muy porteños y no entendieron.

Años después, ahora observo cómo otros sureños del Conurbano se burlan por el runfla que tenemos como Intendente. O sea, hay vecinos de Avellaneda -ni siquiera tienen gentilicio- que se nos ríen. Todo bien con que tengan a los dos equipos más grandes de la Zona Sur, pero también tienen en las sombras a Cacho Álvarez, alto barón del Conurbano que, además, fue kirchnerista, se fue al Frente Renovador y volvió. Y ni hablar de Herminio Iglesias, el que prendió fuego el cajón.

Se nos ríen de Quilmes cuyo equipo perdió cinco ascensos consecutivos, tuvieron a Villordo de Intendente y ahora a Martiniano Molina que ignora lo que es "El pozo de Quilmes". Y conste que no decimos nada de Aníbal Fernández. Y ni hablar de Lomas de Zamora que si bien se puso linda y tiene una buena universidad, no deja de ser tierra de Eduardo Duhalde, el padrino que nació con Carlos Menem y nos legó a los Kirchner.

Un antiguo refrán chino muy usado en las escuelas de CEOs reza: "Crisis es oportunidad". Si bien yo prefiero tener oportunidades sin sufrir crisis, sugiero que aprovechemos tener un Intendente garca a nuestro favor. Grindetti será un malandra, pero es nuestro malandra. Y con mucha tarasca que, a diferencia de la corrupción estatal, viene de la corrupción privada. Bien mejor que los kirchneristas que lavan la guita en Santa Cruz. 

En conclusión, esta es mi propuesta, lanusenses: riámonos de nosotros mismos y repitamos esta canción en todas las redes sociales. Hasta el hartazgo. Hasta que se olviden de la antigua, propia del siglo pasado. Que nuestros vecinos se modernicen. Y que el siglo XXI nos encuentre con una nueva canción.



En Panamá...
en Mercosur...

Los evasores de Lanús.


Hasta podría ser el nombre de una banda de rock. Por lo menos, tiene más glamour que la otra.

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