03 abril 2017

Sobre el #1A y sobre la calle

Para mí -y para muchos- la democracia no es sólo votar. Es más que eso. Y justamente por esa razón defiendo todas las movilizaciones y protestas -salvo algunas excepciones radicales- me gusten o no. Creo que apoyar unas y cuestionar otras significa un acto de intolerancia hacia el que piensa diferente. Y más cuando marchan miles de personas.

También creo que para opinar de una protesta o una marcha en sí misma hay que estar ahí. No se puede opinar de una marcha mirando la tele o leyendo los titulares del diario. La mayoría de los medios muestra u oculta las marchas según sus intereses políticos, replica un cartel o una frase para desprestigiar una movilización y edita videos con las opiniones menos inteligentes de unos pocos para deslegitimar a la mayoría. Sirve para intentar entender y para hacer lecturas, claro que sí. O para pensar sus efectos políticas. O analizar el discurso de los medios. Claro. Pero hacer un análisis de quiénes marchan y por qué, con tanta liviandad, resulta un error porque es un poco más complejo. Y menos desde el living de casa. Especialmente porque la masividad suele implicar heterogeneidad y uno debe escuchar y observar con atención. Mientras en la calle te cruzás con miles, en las noticias sólo aparecen diez.


La mayoría de los medios muestra u oculta las marchas según sus intereses políticos, replica un cartel o una frase para desprestigiar una movilización y edita videos con las opiniones menos inteligentes de unos pocos para deslegitimar a la mayoría.

A diferencia de otros amigos de las amplias izquierdas, la mayoría de mi gente votó a Mauricio Macri, pero, sin embargo, prácticamente no vi fotos en mis redes como para intentar hacer lecturas. Pero ese no es mi punto. Mi punto es el siguiente y, probablemente, sea irrelevante: a diferencia de quienes se enojaron, considero que está muy bien que los amigos macristas se hayan expresado en las calles. Manifestarse en el espacio público también forma parte de la democracia. No hay una marcha de la democracia porque todas son marchas de la democracia. ¿Acaso las protestas contra Cristina Kirchner fueron antidemocráticas como decía el kirchnerismo?

Salir a expresarnos en el espacio público es más que cortar una calle. Es expresar algo que tenemos adentro y consideramos lo suficientemente importante como para llevar a cabo ese costo de energía, tiempo y recursos. Ojalá no sigan pensando que quienes salimos a cuestionar al Gobierno lo hacemos por 500 pesos -o un choripán que muchos compramos carísimo dado que pasamos bastante tiempo, tenemos hambre y Adam Smith nos explicó cómo funciona la ley de oferta y demanda- porque es una falta de respeto para nuestras ideas y valores.

Y qué bueno que hayan comprobado -desde esta experiencia- lo lindo de salir a la calle para defender valores y un proyecto de país. Juntarse con otros cuerpos para un fin común y ver otros rostros conmovidos por lo mismo es una de las cosas más lindas de vivir en sociedad. Y esa misma emoción que sintieron el sábado es lo que nos ha pasado a muchos de los que marchamos una y otra vez en este marzo en que no paramos de salir a la calle para reclamar lo que consideramos justo.

En 1983, el candidato radical Raúl Alfonsín, el "padre de la democracia", cerraba su campaña en la 9 de julio y cortaba la arteria más importante de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy muchos lo habrían criticado por "cortar la calle". Foto: Wikipedia.

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