03 enero 2012

Dando vuelta la tortilla...

En un primer momento pensé titular esta nota como “Mi mejor día en Bolivia”, pero, confiado en que los buenos días continuarán, vamos a marcarlo como un día de cambio.

La historia comienza ayer. Tras una entrevista suspendida para la cual me había levantado temprano e higienizado con agua fría (como corresponde), fue un día gramsciano. Le di duro al marco teórico y por la tarde fui de paseo a la feria de El Alto. Compré servilletas de papel a montones, mermelada de durazno para las galletitas del desayuno y la merienda, y unas medias de fútbol que me acompañarán en los días en que me quede solo en mi pieza fría, y esperarán ansiosas mi debut en la canchita “Maracaná” que queda media a cuadra. Lo más positivo de la recorrida fue mi estómago: ninguno de los olores a comida frita me generó náuseas como el primer día que tuve que correr a la alcantarilla más cercana.

Llegado a casa, me dispuse a cumplir con mi mayor expectativa del día: comer la carne que esperaba hace casi una semana en la heladera de Ovidio. Se la pedí a Rosa y la dejé descongelando. Que se entienda: soy un gran carnívoro, pero la carne acá es un tanto diferente, desde su sabor hasta el modo en que la venden (si bien no tiene punto de comparación con aquella venta ambulante que vi en 2008 en Potosí, donde la carne esperaba  a ser vendida en baldes o mantas). Mi rechazo a comer esta carne comenzó el mismo día de la venta. “Ahora, antes de comerla, la vas a tener que lavar”, me explicó Rosa. ¿Lavar? ¿La carne? Nunca lo hice en Argentina. ¿Qué carajo tiene la carne acá que hay que lavarla?

Llegó el momento de la cena y la preparación. Saqué la carne de la bolsa que emanaba un olor diferente al de la nuestra y me dispuse a lavarla. “Tenés que comer carne. Necesitás proteínas”, pensaba mientras lavaba ese pedazo de costilla maloliente y separaba la grasa. La coloqué en el agua caliente ordenándole: “Tengo que comer carne, así que tenés que ser rica”. Esperé una hora y probé: el olor del caldo no era un buen augurio, la carne era dura, rabiosa y daba señales de cruda. “Esperemos un ratito más”, pensé. 15 minutos más tarde el aspecto no cambió, y no creí que fuera a cambiar. “Rico, rico, rico”, me dije emulando a Homero con Maggie. La carne no sabía bien. Probé algo más, pero abandoné. 

Fastidioso, me fui a dormir.


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El día de hoy amaneció lindo, pero la mejor noticia estuvo en mi cabeza: no tuve dolores nocturnos. Me levanté lento, tal cual me condiciona el frío alteño. Salí tarde para mi encuentro con Iván Iporre, Director de la Escuela de Gestión Pública Plurinacional y antigua mano derecha de Evo Morales (durante los primeros meses como Presidente, lo cuidó de cualquier intento de magnicidio), y, respetando las reglas de encuentro, lo llamé informando mi demora. “No hay problema hermano, yo todavía estoy llegando”. 

Llegué tarde e Iván estaba reunido. Esperé un rato, mientras la charla con la secretaria me fue dando información que me serviría más tarde. Iván salió de su entrevista y me reconoció (supuse por mi pinta de gringo). “Hola hermano, ¿me esperas?”, me saludó acompañado del medio-abrazo boliviano que no pude emular. Esperé una segunda entrevista y me recibió en su despacho.

Iván fue extremadamente cordial: me trató como a un experto y antes de empezar la charla pidió un grabador.”Esto me ayuda a pensar a mí y quiero grabarlo”, me dijo alimentando mi orgullo. Comenzamos hablando de la Escuela, de los funcionarios (todo acompañado de una explicación en papel) y cortamos 45 más tarde. Cuando pensaba que el tiempo había sido poco, me dijo: “¿Nos juntamos de nuevo a las 15.00 y seguimos?”. Salí de la escuela contento: una doble entrevista en mi primera vez. Di una vuelta y me fui a comer la carne que no había comido el día anterior: una hamburguesa completa con papas fritas por $BO 14. Maté el tiempo cambiando pesos argentinos por bolivianos, me tomé una mini-coca cola por $BO 1 (es de 190 ml y, la condición es tomarla en el lugar, parado en la calle y devolver el envase), compré pan y dos diarios mensuales para empaparme de la “realidad” boliviana: el Le Monde Diplomatique informaba sobre las elecciones de jueces (algo que rompe con toda naturaleza liberal-occidental) y el balance de 2011 de un diario “intelectual” que me dio la sensación de opositor.

Volví a encontrarme con Iván y seguimos hablando de la “sociedad política” (la burocracia según la dialéctica gramsciana y uno de los dos componentes del Estado en su teoría política), su transformación, el aparato militar, la hegemonía del movimiento indígena-campesino y la coyuntura actual tras los conflictos por el TIPNIS. La charla fue amena, cordial y, me puse colorado en un momento, al re-explicar un concepto que se me había venido en el momento.

Al finalizar la charla y como gesto de “buena onda”, Iván me mostró que había releído un libro sobre Gramsci para prepararse para nuestro encuentro y me pidió mi mail. Respondí agradeciendo y pidiendo dos cosas: el contacto de David Choquehuanca (intelectual aymara del “proceso de cambio” y canciller del Estado Plurinacional de Bolivia) y si me podía ayudar para jugar un partido de fútbol con Evo Morales. Me fui con su compromiso para ambas solicitudes.

De vuelta a casa, pasé por la Vicepresidencia y pregunté por Liliana Rengifo, la persona que le maneja la agenda a Álvaro García Linera. Liliana estaba y me hizo pasar. Me pidió una nota formal y me prometió interceder con el Vicepresidente. De vuelta en El Alto, me pude comunicar con Raúl Prada, intelectual desilusionado y crítico con el proceso, mientras que el académico Frank Poupeau me respondía por mail que nos podíamos ver cuando quisiéramos.

Fue un gran día, pero confío que vendrán mejores.

6 comentarios:

  1. Fue un gran dia en serio amigo!!! me alegro mucho que ya te sientas mejor y espero que hayas tirado al carajo esa carne! apestaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
    te quiero!

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  2. Vamos DAMII, ESE ES EL CAMINO . aHORA a comer bien. Mucha suerte.

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  3. Lo de la carne es para que lo publiques en la Revista Gourmet (O en Utilisima? (Utilisima tiene revista?)).
    Esta mjuy bueno lo que leo, porque junto con las entrevistas teoricas, vivir la vida ayuda mucho. Los libros son muy bueno, pero se entienden mejor cuando vives un poco como los protagonistas. Mi opinion es que debes tratar tambien, de tener una experiencia de como viven personajes como Iván Iporre y Raúl Prada. Abrazo!!!!

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  4. Tarde, tarde! esta vez tardé unos días en leerte! Sin embargo, fui preguntando todo el fin de semana a las chicas, para que me aporten datos, y todas coincidían en algo: "Lo noté mucho más animado"... Y así es!! Se te lee mucho mejor, así que me pone contenta :) El tema de la comida sigue siendo molesto, pero ya se te empezarán a ocurrir nuevas ideas (o no je!). Lo importante es que estás avanzando en las entrevistas, como esperabas, y la cordialidad está siempre presente. Por más días así!!!!! Un beso enorme!

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  5. Amigos:

    La comida fue mejorando. Voy acostumbrando mi dieta y como carne en La Paz. Asimismo, mi estómago se acostumbra al omnipresente olor a frito de Bolivia y cada vez me animo a más cosas (la quinua y la banana frita son parte de mi dieta).

    Gracias por el aguante. Me hace MUY bien.

    Se los quiere. Su amigo Dami.

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