11 enero 2012

El elemento dinámico


El mediodía de El Alto sonríe. Sus nubes blancas contrastan con el cielo celeste clarito y, estoy seguro, me invita a que haga mi debut futbolístico en la altura. Sin embargo, el cielo alteño ayer lloró.

En "Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano", el economista argentino Raúl Prebisch subraya la importancia de la educación como promotora de los “elementos dinámicos” que impulsan la economía e imprimen su sello característico a cada generación. Mi primera etapa en el Estado Plurinacional de Bolivia tuvo mi elemento dinámico y fue “Mi amigo Fran” (como probablemente debería haberse titulado este post).


Basílica de San Francisco: fuimos compañeros en FLACSO pero es como un hermano mayor. Algo así como El Principito y el Aviador

Ya días antes de su llegada, cuando la altura pegaba duro, el frío calaba los huesos y la comida asqueaba, me había puesto su arrival como meta a alcanzar. En mis monólogos mentales me reía solo de sus (seguros) graciosos comentarios ante mi situación de precariedad. Efectivamente, Francisco no sólo ayudó con esos comentarios, sino que me motivó en varios sentidos.

Ya no recuerdo cómo nos hicimos amigos durante las clases de Romero junto con la amiga Bull (presente a la distancia y en vísperas de su beca a España), pero ya no importa. Francisco es uno de esos buenos tipos que le hace bien al mundo. Con una década más que yo, abogado, profesor de la Universidad y laburante en el Poder Judicial, es una gran persona que, pudiendo dedicarse a las tantas ramas del derecho, eligió la que yo considero más noble: ayudar a los que menos tienen. Desde la Defensoría del Pueblo primero y desde la fiscalía ahora, Francisco pone el cuerpo y el cerebro ayudando a gente en condición de calle, personas pobres, madres que necesitan el peso, desempleados y otras cosas más que no sé. Si bien su auto-explicación sociológica lo lleva a argumentar que hace el bien en busca de prestigio, aunque no lo quiera admitir, es una buena persona.

Según mi estadística mental, Francisco es una de los tres laburantes del Poder Judicial que visitará este verano la región andina de Bolivia. Su viaje no fue meramente turístico: buscaba en Bolivia alguna pista que lo guíe para su tesis sobre la filosofía andina y su raigambre en el derecho de la naturaleza.

A él no le costó acostumbrarse a El Alto, el frío, la altura, el agua fría, la lluvia y la cama vencida. Por mi parte, como “buen anfitrión” lo acompañé a conocer los puntos turísticos (como a un amigo extranjero que visitara Buenos Aires). No recuerdo bien el itinerario, pero sus seis días parecieron mucho: visitamos La Paz, el paseo de Brujas, la iglesia de San Francisco, Pasaje Jaén, una extensa recorrida por Miraflores y Sopocachi, su ansiado Tiwanaku, el Valle de la Luna y el fin de semana visitamos Sorata.

Si bien en mi rol turístico, al principio sentía culpa por el tiempo dedicado al paseo en lugar de a mi trabajo de tesis, las extensas charlas me ayudaron a sedimentar lo leído durante meses, a evolucionar y complejizar algunos conceptos, y a reinterpretar y descubrir temas descartados. Francisco me aportó miradas de la sociedad, sus lecturas sobre la cosmovisión andina y consejos para el trabajo de campo. De yapa, entrevisté al Intendente de Sorata, al Alcalde de Tiwanaku y al Director de Cultura de Tiwanaku.

Por otro lado, puso un quiebre a mi solitaria rutina y a mis monólogos mentales que por momentos pensaba que me podrían llevar a una especia de locura (sé que parece exagerado, pero ni siquiera intentándolo se puede estar la mitad de un día callado). Su estadía fue la segunda etapa de mi viaje: coincidió con mi repunte, me motivó y me potenció. Significó la personificación del aguante virtual.

Fran se fue ayer rumbo a Potosí, como paso intermedio a su querida Salta. Nos despedimos a la tarde con unas cervezas Paceñas en la Plaza Murillo, de cara a la Catedral y con El Alto de fondo. Me acompañó a la parada del 3 que me llevaba a El Alto, mientras él luego mataría el tiempo hasta su partida. La hicimos corta, como machos. Nos abrazamos, le agradecí su visita, le dije que lo quería mucho y que me ponía triste su partida, como no-tan-machos. 

Me respondió que lo sabía y me alentó con mi estadía. Desde el micro vi cómo subía hacia Plaza Murillo.

Gracias, amigo, por la visita.

4 comentarios:

  1. Qué lindas las compañías que hacen tan bien a uno :)
    Te mando un beso grande no-tan-macho... no pierdas tu sensibilidad !!!! :)
    (que lindooo Sorataaa, y que pendiente me quedó!!)

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  2. Vi!!! Hoy en lugar de dejarme triste me hiciste reir! como machos, no tan machos jaja todos sabemos que no sos tan macho asi que no te hagas con nosotros! putito!!! je!
    y lo de la locura no creo que sea exagerado, menos mal que dialogaste con alguien mas que vos mismo!
    Te quiero lindo!

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  3. Amiguitas:

    LG: La compañía hace bien. Muy. Lamentablemente, uno las valora más cuando faltan. Lindo Sorata, pero tampoco imperdible ;) Un besito grande y buen viaje.

    AP: :) Cómo que no soy tan macho? No me difames please! Vamos por el aguante. En verdad no hablar es un carma y justo a mí que me gusta... Beso amiguita!

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  4. Estas experiencias valen mucho, casi mas que los libros!!!!

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