20 julio 2018

La abuela China

Faltaban pocos días para terminar mi viaje. Partí en tren de Nanjing a Jinan para conocer la montaña de los 1000 budas, que resultó ser un destino que no valía la pena. No pude dormir durante toda la noche y llegando a Jinan el padre y el hijo que tenía en frente me mostraron el Monte Tai. No entendí. Ya durante mi estadía, en el hostel me dijeron que la ciudad no era un buen destino turístico, pero que sí lo era Taishan: la traducción al chino del Monte Tai y uno de los cinco picos sagrados de China. Tal vez algún día les cuente el duro ascenso que han hecho cinco emperadores y personalidades muy importantes como Mao Zedong y Confucio. Al día siguiente amanecí temprano para tomar el tren durante 40 minutos y comenzar la subida desde la vecina ciudad de Shandong, cuya economía gira en torno al turismo que genera el monte. En el trayecto de sólo una estación, una abuela no paró de sonreírme, mientras una jovencita me conversaba en inglés. Me despedí agradeciéndoles con un chocolate a cada una, pero la historia es mejor así.

Caminé 50 cuadras desde el bus hasta "la montaña de los 1000 budas". No vale la pena, pero tiene una atracción: el buda dorado gigante. Lo vi desde la cima. Y no lo habría conocido, si no hubiera sido por los amigos catalanes Albert y Neus.

Los días pasan como los trenes. Es víspera de Año Nuevo y las estaciones se llenan de chinos. Hace mucho frío en esta época, pero los campesinos siguen trabajando la tierra. Las heladas golpean en los vagones mal calefaccionados. Y ella tose.

La abuela le sonríe al extranjero que está sentado en frente. Tiene un gorro de lana blanco, los brazos cruzados para ahuyentar el frío y mira la escritura del extranjero como si fueran garabatos.

Le sonríe nuevamente. Le quiere contar que va a visitar a su nieto que cumplió 3 años. Juntó yuan por yuan durante los últimos seis meses vendiendo pancitos cocidos al vapor. El pasaje sale 18 yuanes: casi unos 3 dólares. El extranjero lo sabe porque hace el mismo recorrido. Piensa un instante: en cuántos minutos de trabajo ganará esa módica suma. 

Sin embargo, la abuela china le quiere contar que ha logrado ahorrar 3 yuanes por mes. Le quiere contar que a sus 75 años está cansada. Que le duelen las manos de amasar. Que le cuesta levantarse a las 5 de la mañana para llegar a venderle los pancitos a la gente que va al trabajo.

Sin embargo, sonríe. Para los que menos tienen la felicidad espera a un par de pasos. La abuela  China hurga en un bolsillo de su campera y saca una foto de hace un año. Y quiere explicar: no ve a su nieto desde hace un año. Un chinito peludo sonríe en la falda de la abuela China. Revuelve un poquito más y saca el regalo que le compró: una bolsa llena de caramelos.

Al extranjero se le escapa una lágrima.

La abuela China le convida un caramelo.


El Monte Tai es tan importante para la cultura china que aparece en el billete de 5 yuanes. Me lo contaron en la cima.


Cuentos Chinos

I. Un Mao Posible

II. Fortuna

III. La abuela China

IV. La ruta del dragón

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