Caperucita: Entonces el amor y el odio, las cosas bellas y feas del mundo estarían en nuestras manos. Podríamos terminar con las cosas malas de la vida. Ilustración: Patricia Carcelén Marco. |
"Su acción debe estar empapada de una profunda
creencia en los hombres. Creencia en su poder creador"
Paulo Freire
Caperucita: Yo no confío en los hombres.
Lobo Feroz: Todo lo hermoso de la vida ha sido creado por los hombres
Caperucita: No todo. La naturaleza no la creo el hombre. Al contrario, la daña y la contamina.
Lobo Feroz: Bueno, sacando la naturaleza todo lo artifical y bello fue hecho por el hombre.
Caperucita: Pero también lo malo. Hay mucha gente mala.
Lobo Feroz: Es verdad, pero entre los malos y los buenos, ¿no creés que hay más buenos que malos?
Caperucita: ¿Cómo saberlo?
Lobo Feroz: Es una cuestión de fe. Si todo ser humano es capaz de amar, algún mínimo de bondad debe haber en él. Tal vez, la relación de fuerzas entre nuestro lado bueno y nuestro lado malo dependa de nuestra historia de vida, de lo que nos rodea.
Caperucita: O sea que nadie sería responsable de su maldad.
Lobo Feroz: Si siembran odio, seguramente cosecharán odio.
Caperucita: Y lo mismo pasaría con el amor y la bondad.
Lobo Feroz: Algo así.
Caperucita: Entonces el amor y el odio, las cosas bellas y feas del mundo estarían en nuestras manos. Podríamos terminar con las cosas malas de la vida.
Lobo Feroz: Sí, pero para ello necesitamos tres cosas. Comprender las cosas malas y que nos duela, sentir la necesidad de cambiarlas y finalmente tomar la opción de transformarlas.
Caperucita: A mí me duele que la familia del Leñador coma una vez al día. Y también me duele que mi Abuelita no pueda vivir dignamente. Pero yo sola no puedo cambiarlo.
Lobo Feroz: Vos sola no. Pero seguramente con otros puedas.
Caperucita: ¿Por qué confiás tanto en los hombres?
Lobo Feroz: No lo sé, tal vez porque efectivamente así sea. O tal vez porque es mejor creer que no creer. O tal vez porque me gusta mucho El Principito.
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