Escuché
muchas veces que, como los hombres, la política es una mierda, espacio para
turros y garcas. De hecho, hasta mis 20 años pensaba así. Sin embargo, y
citando a Paulo Freire, tengo “una profunda creencia en los hombres y en su
poder creador”.
Banco
el pensamiento crítico. Me joden los que repiten y aplauden. Y soy de los que
se quejan; mucho. A mis educandos los incentivo a debatir, discutan, pensar
críticamente, intercambiar ideas. Entre teoría y teoría, les digo que la
realidad se puede transformar y que la solución es participar.
Por
un poco de todo eso, hoy volví a fiscalizar. Con un poco de ideología y
recordando que en 2009 había visto a un trosko exhausto pasearse en un auto por
varias escuelas y pedir ayuda, fiscalicé para el Frente de Izquierda. En la
escuela de mi infancia, en Gerli. Único fiscal general para 10 mesas. Fiscalicé
para el FIT, pero corté boleta e intenté cuidar a todos los votos. Incluso me
metí en la interna del kirchnerismo en Lanús y controlaba que estuvieran
siempre las cuatro boletas del FPV, buscando, “destapando” y ordenando.
La
lógica de un día electoral es difícil de explicar. Por más polarización que
haya se arma algo muy lindo entre los fiscales. Desde el comienzo me adoptaron
unas viejas militantes radicales. Me convidaron sándwich, café y torta de
ricota. Me dijeron cosas muy lindas durante todo el día y hasta me invitaron a
sumarme a la UCR.
Tuve
un solo momento malo y vino justo de un fiscal del PRO, del MInisto de Haciendo
de la Ciudad de Buenos Aires, Néstor Grindetti, quien lidera la boleta a concejales
del partido amarillo en la ciudad “Granate”. Justo del PRO que viene a
transformar la política. Raro, ¿no? El pseudo lío arrancó cuando el macrista
tapó las boletas de unos concejales del ARI (una vieja artimañana política) y se
enojó cuando las destapé:
PRO:
Si estaban así. Dejalas como estaban.
DA:
No, vos las pusiste así. Eso está mal.
PRO:
¿Sos fiscal de ellos?
DA: No,
del Frente de Izquierda, pero cuido los votos de todos.
PRO:
Ja-ja-ja
Fuera
del Cuarto Oscuro
DA: Sabés
que eso está mal y no se puede hacer.
PRO:
Mirá que si querés te la pudro.
DA: ¿Me
estás amenazando? - Ahí se dio vuelta
toda la fila de la mesa por la que pasábamos.
PRO:
Te la pudro.
DA:
¿Me estás amenazando?
PRO: No… No…
DA:
No me amenaces
Fin
de la anécdota.
Más
allá de esa pequeña historia con los amigos del PRO (que suma para contarlo a
los amigos), yo recomiendo fiscalizar una vez en la vida. Si no es para
contribuir con la democracia, al menos para ver cómo es, para vivir la
experiencia. El momento de contar los votos es grandioso. Todos los fiscales
dejan de lado su color político y se suman para que la cuenta dé bien. Ahí entendés
que los votos no siempre se deciden con las boletas: la gente a veces se
equivoca, alguno cuenta mal, puede que los números no cierren. Al final los
votos en blanco son el comodín que te hace cerrar los números.
Podría
contar varias cosas más, pero aburriría.
Yo
sigo pensando que, si querés un país mejor, lo mejor es participar.
Si
te quejás, lo mejor es participar.
En
los últimos años hubo un avance de la militancia, y eso es bueno. Pero no es el
único modo.
Si
podés dedicar un domingo cada dos años, estás poniendo tu granito de arena para
una Argentina mejor.
Y
vas a ver que el sacrificio te va a llenar.
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