En el periodismo
existe una estructura básica para darle forma a una noticia: la pirámide
invertida. La teoría dice que este es un modo de organizar jerárquicamente la
información: lo más importante va arriba y luego vamos en orden decreciente
hasta llegar al final. De este modo, la upside-down pyramid permite
al lector saber lo más relevante del acontecimiento sin tener que leer todo
el texto. Es un formato ideal para los tiempos posmodernos, donde los segundos se
nos escurren entre los dedos.
 |
En periodismo, la pirámide invertida organiza jerárquicamente la información. Fuente: www.de-3.com |
Ahora bien, esta
nota no propone dar un curso rápido de periodismo, sino, como tantas otras
veces, implementar la teoría a la realidad, interrelacionando disciplinas, a pura
prueba y error. Intentando hacer un aporte a la ciencia en general. Como todo aporte es cuestionable, claro. Si es así, bienvenido sea el debate.
A los fines teóricos es importante decir que, cuando hablamos de "pirámide invertida del poder" no nos referimos a una jerarquía decreciente, sino que utilizamos esta metáfora visual para graficar a las estructuras políticas e institucionales donde toda una organización depende de un vértice: a los colectivos que se basan exclusivamente en una persona. Sin esa piedra angular que sustenta el todo, la pirámide no existe, se cae. El conjunto se destruye.
Justamente esto critica quien escribe a los Gobiernos "progresistas" de Sudamérica, más allá de que simpatiza con la mayoría de ellos: se presentan como movimientos de transformación colectiva que dependen de una única persona. Un oxímoron político. Sólo el PT en Brasil y el Frente Amplio uruguayo han podido sortear este escollo. El kirchnerismo ha pasado la posta de Néstor a Cristina por un imponderable, mientras que Rafael Correa y Evo Morales mantienen este rasgo. El ejemplo es la experiencia de Hugo Chávez.
Como todos sabemos, el tema
omnipresente en estas horas es la operación de Cristina Kirchner. La
preocupación obligada es la salud de la Presidente tanto humana como
política e institucionalmente. Ahora bien, una vez superado este primer
tema nos encontramos con la pregunta de quién conducirá los destinos del país durante su reposo.
Lindo interrogante para un país cuyo futuro es un signo de pregunta permanente.
En este espacio
decimos que el kirchnerismo ha sido “un proyecto de poder” que construyó
pragmáticamente, sin hacerle asco a mucho (decir “nada” sería falaz, si bien
ningún partido político no le hace asco a nada). En este proceso que ya lleva 10
años, Néstor y Cristina centralizaron el poder en sí mismos, primero en él y
luego en ella.
Desde ya que no
planteamos una crítica radical a esto, dado que si la toma de decisiones está “hiper-descentralizada”
la gestión se volvería lenta e ineficaz, afectando al Ejecutivo. Cuestionamos los sapos de la real politik, pero tampoco somos ingenuos. Sin embargo, sí creemos que
se verticalizó demasiado, al punto de tener personajes que demuestran no estar
preparados para su puesto o tener provincias “acéfalas” (a modo de chicana,
claro está) que dependen de la planificación nacional.
Entre estos personajes podemos citar en primer lugar al vice-presidente, Amado Boudou,
quien llegó a ese cargo sin una historia que lo respalde (agregaría ideología y denuncias bastante verosímiles de corrupción,
pero a quién le importa, ¿no?); al Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina,
cuyos papiros académicos (“Es brillante”, me dijo un intelectual boliviano y compañero
durante su doctorado en la UNAM) chocan contra su labor de chicana constante; al Ministro de Economía, Hernán Lorenzino, de quien ni siquiera se
sabe su proyecto económico; al Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, quien
nos demuestra día a día que tenerla más grande no es sinónimo de buena gestión.
Asoman sí tres figuras con peso en la vida institucional del país, pero con futuro incierto, a la espera de que Cristina decida su destino en la estructura de poder K: Daniel Scioli, que si bien podría tener vuelo propio, decidió enterrar la cabeza y recién la sacó cuando CFK lo necesitaba para no perder
por paliza en la Provincia; el "Chino" Zannini, vital consejero presidencial y de opinión relevante para la toma de decisiones, aunque ignoto para la mayor parte de la sociedad; y finalmente Julio De Vido, ministro con mucho poder durante la presidencia de Néstor, pero con facultades recortadas ante la llegada de Cristina.
Podríamos seguir, pero no soy capo como para hacer un examen de gestión de cada
ministerio. Lo que sí puedo asegurar es que ante la ausencia de Cristina
Kirchner, nos encontramos ante la incertidumbre de no saber bien qué pasará.
Esperando que Boudou no haga demasiado. En estos años el
kirchnerismo nos ha enseñado muchísimo acerca de la construcción de poder. Pero
también nos ha planteado varias dudas y juicios de valor que los teóricos de
las ciencias sociales deberían responder o, al menos, ayudar a pensar.
Mientras tanto,
esperamos que la Presidente se mejore pronto… Y que el neoliberal de Boudou no
haga cagadas.
N de R: este post se escribe
en el momento en que la Presidente está siendo operada. Por una cuestión de
respeto, lo publicaremos una vez que lleguen buenas noticias.